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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Acuerdo con garantías

Repsol debe centrarse en afianzar su posición en el mercado tras el pacto con Argentina

El acuerdo entre el Gobierno argentino y Repsol para concluir el conflicto empresarial y jurídico causado por la traumática expropiación de YPF no es el mejor de los posibles pero responde a un criterio estrictamente pragmático. Es mejor un mal acuerdo que un buen pleito, dice el adagio societario, y este es uno de los casos en los que parece de aplicación más adecuada. Repsol se enfrentaba a un proceso arbitral que podía durar entre cinco y diez años, mientras que Argentina necesitaba aclarar la pésima imagen (caos regulatorio) derivada de la expropiación y, por cierto, de otras anomalías políticas y regulatorias anteriores. Así que un acuerdo económico no era la peor opción.

Los términos financieros del pacto se han ajustado al máximo que está dispuesto a pagar el Gobierno de Cristina Fernández. La cantidad final —en torno a los 5.000 millones de dólares— no parece la adecuada para retribuir el valor presente y potencial de YPF. Pero si se calculan los costes de la acción en los tribunales y los efectos sobre el balance de la compañía española del vacío financiero causado por la expropiación el desequilibrio se compensa. En las cuentas de Repsol es mejor tener 5.000 millones de dólares que nada, por consideraciones estratégicas (tiene opciones de comprar), societarias (la presión de Pemex para lograr un acuerdo que desbloquee sus intereses en Argentina) y de calidad de sus activos ante sus financiadores.

Editoriales anteriores

El problema principal de un acuerdo económico es garantizar los pagos. La exigencia de garantía debía ser mayor aún si se considera que el desembolso se ejecutaba en bonos del país expropiador. La fórmula aplicada, una elaborada arquitectura de emisiones y controles de valor de los bonos en el mercado, garantiza que efectivamente Repsol dispondrá de esos casi 5.000 millones de dólares en caso de que quiera monetizar los bonos; que es lo que probablemente hará. En la medida en que es posible asegurarse, mediante contratos y garantías, de que ese dinero se percibirá, el pacto financiero de la empresa con Argentina parece totalmente blindado.

Hay que confiar en que Repsol haya aprendido de la experiencia de Argentina y del yacimiento de Vaca Muerta y vuelva a lo que debe ser ahora su tarea fundamental, es decir, reforzar sus activos y posiciones en el mercado petrolero y afianzar su estructura de capital.

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