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PORTERA DE DÍA
Columna
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Tita supersuegra

Me apuesto la terapia sustitutiva a que la baronesa, con tal de hacer las paces con el niño, le compra obra a la pintamonas de la nuera y le busca sitio en sus museos

Luz Sánchez-Mellado
Tita Cervera, durante su visita a Arco el pasado 20 de febrero.
Tita Cervera, durante su visita a Arco el pasado 20 de febrero.Juan Naharro Gimenez (Getty)

Va a tener razón mi exsuegra: tengo una edad muy mala. La doña me difama con todo ese rollo de la osteoporosis, la caída de estrógenos y las pequeñas pérdidas ya no tan pequeñas de la menopausia, sabrá ella qué fluidos pierde una y por dónde. Pero en lo de los sofocos de las mozas viejas —para ella una single es una máquina de coser antigua—, como me denomina desde que planté a su niño por zumbarse a mi monitora de zumba, va a estar en lo cierto. ¿Tú te crees que el martes, estando de incógnito en el Debate del Estado de la Cosa, me dio un vahído que casi tiene que venir el SAMUR? Había ido a hacerle un Femen maduro a Rajoy en cuanto mentara la reforma del aborto, pero no hubo forma. Primero, porque el presidente no articuló su palabra yuyu hasta las tantas. Y segundo, porque fue oír a ese prócer clamar que había doblado el cabo de Hornos, representárseme talmente como Jack Sparrow en Piratas del Caribe, y ponerme a sudar a mares. Y eso que tenía codo con codo a su legítima, Elvira Rodríguez, marcando sus aguas territoriales por si las corsarias. Total, que voy a tener que hacerle caso a la agorera de mi ex madre política y pillar toda la soja, los bífidus y los Tena Lady del súper.

Ahora, para suegra comprensiva, Tita Cervera, baronesa viuda Thyssen-Bornemisza, con Blanca Cuesta, esposa de su idolatrado niño Borja, después de todos los feos que le ha hecho la pareja a la pobre multimillonaria. Vale que esa mamá política tenga la lengua bífida, como todas, y haya rajado que Blanca es una advenediza que tiene abducido a Borja y lo lleva fatalmente vestido, con lo ideal que lo llevaba ella de crío con sus blazers de capitán de yate. Pero también es cierto que, después de que el niño le exigiera la herencia en vida, la baronesa se rebajó a ir a conocer a su nieto sin que le dieran vela en el natalicio y salió de la pijoclínica sin ver al rorro y con su baronía entre las piernas. Una buenaza, Tita. Se ve que ahora la ex Miss Europa se barrunta que, a sus espléndidos 70, va a acabar yéndose al otro barrio peleada con la sangre de su sangre, y está dispuesta a quemar todas sus naves, menos el Mata-Mua, para recobrar a su hijo, aunque sea mediante nuera interpuesta.

Tenías que verla, forradita de peluche blanco, yendo de tapadillo a la exposición de Blanca a templar gaitas. Porque casualmente estaban los de ¡Hola! y le robaron la foto, que si no, no se entera nadie de su desinteresada bajada de pantalones. La primera, la artista, que estaba en Arco alternando con los colegas. Porque resulta que la chica pinta. Unos cuadros neoexpresionistas entre mascletá fallera y paisaje después de una batalla de paintball, superapreciados por sus íntimos. Bueno, y por su suegra. Me apuesto la terapia sustitutiva, que me cuesta un Bankia, a que Tita, con tal de hacer las paces con el niño, le compra obra a la pintamonas de la nuera y le busca sitio en sus museos. Ella, que tiene picassos, sorollas y tàpies por un tubo. Si eso no es poner de sus partes, que venga Miley Cirus y lo diga. Y te dejo, que estoy con el sofocón y me va a prestar mi exsuegra un refajo ignífugo. Yo en eso, como Tita, soy superislámica: si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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