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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El IVA de vanguardia

Las galerías que han acudido a Arco no saben cómo facturar las ventas de sus obras de arte

soledad calés

Este año ha sido Finlandia el país invitado a Arco y, en la galería Koorjamo de Helsinski, un cartel sugería escribir a Papa Noel para pedirle trabajo. Las cosas no andan bien con la crisis, ni en la calle con tanto parado, ni entre los artistas y galeristas, a quienes empiezan a hacerles mucho daño las escuálidas cifras de un mercado cada vez más raquítico. Seguramente por eso, el Gobierno de España anunció en el Consejo de Ministros del 24 de enero una reducción del IVA en la compraventa de arte del 21 al 10 por ciento. La decisión se vendió como una medida de apoyo a artistas, marchantes y galeristas y se dijo que era solo el primer paso en los afanes de este Gobierno por reducir la presión fiscal a la cultura y darle así el empuje y el apoyo que se merece.

La iniciativa fue en su día aplaudida, aunque hubiera algunos agoreros que sostuvieron que esa rebaja en el IVA tampoco iba a servir para solucionar de golpe los viejos problemas que aquejan al sector: la carencia de un mercado pujante con una amplia variedad de coleccionistas y los sucesivos disparates políticos que se enfocaron a dilapidar recursos en iniciativas de relumbrón en vez de haber apostado por la creación de sólidas redes que favorecieran la compra y la venta de obras de arte.

La Feria Internacional de Arte Contemporáneo ha llegado a su 33ª edición, y a lo largo de tantas citas se ha escuchado de todo entre los profesionales. Ha habido veces en que se celebró la calidad de las piezas expuestas y hubo otras en que hubo lamento y crujir de dientes por las pésimas ventas. Los galeristas se han enfadado, se han reconciliado, han echado pestes, han lanzado piropos, han tirado cohetes y, cuando hizo falta, se apretaron el cinturón. Pero lo que nunca hicieron es volverse locos a la hora de hacer las facturas.

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Si ya es difícil colocar una obra en tiempos de penurias económicas, lo que ya clama al cielo es que la iniciativa de reducir el IVA termine por complicar las cosas. ¿Mantener el 21% en las ventas de galerista a comprador, aplicar solo el 10% que autoriza la reforma si el trato es entre el artista y su cliente o hacer una suerte de media, el 15,5%, como recomiendan los responsables de Arco? Por lo que se ve, el Gobierno ha hecho con su rebaja una auténtica pieza de vanguardia. Y como tal, nadie consigue entenderla. Un lío.

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