Drama y Comedia
El premio al mejor intérprete de esta democracia cautiva se lo lleva el que metió en la mazmorra el indulto de Garzón
“La basura de este país se ha convertido en una porquería”, decía Lee Marvin en El emperador del Norte. ¿Eso suena a drama o a comedia? En los Globos de Oro de este año, fue elegida mejor película de Comedia American hustle (La Gran Estafa Americana), de David O. Russell, favorita también para los Oscar, basada en una historia real de corrupción política, la de unos congresistas que se dejan sobornar en los años setenta. Se inspira en un pringue menor al lado del monumental pastel de nuestra Gürtel. En los Globos premian por separado Drama y Comedia, pero esa frontera es muy difusa. Es más, el mejor humor suele brotar de la marca a fuego del dolor. Y la gran ironía es una alquimia de libertad y fracaso, más perturbadora que un bombardeo convencional de guasas y suspiros. Don Quijote y Sancho, el rey Lear y su bufón, los vagabundos de Charlot, Estragón y Vladimir, van con ese andar simultáneo, que pisa a la vez en la risa y el desasosiego, en la comedia y el drama. Como esa pulsión irreverente que va de la picaresca al esperpento. ¿Qué haríamos con las estatuillas en la vida real en España? Eso es algo que tenemos resuelto, sin conflictos, sin dilemas. Los personajes acaparan los premios. Son a la vez triunfadores en Drama y Comedia. Por citar dos de los triunfadores más recientes. Un fiscal anticorrupción que se desvela por exculpar a la distinguida dama a la que se investiga por corrupción, al tiempo que proclama a toda el país, asistido por los siete trompeteros del Apocalipsis, de qué presunto pie cojea el magistrado que instruye el caso. Y un alcalde, el de Burgos, que no sabemos si quiere levantar en Gamonal un bonito boulevard o un cementerio de la democracia. Aunque el premio al mejor intérprete de esta democracia cautiva se lo lleva el que metió en la mazmorra el indulto de Garzón.
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