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MIRADAS

“Se dice que la cámara es un escudo, pero a veces no pude evitar las lágrimas”

El fotoperiodista Fabio Cuttica es finalista del XVII Premios Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria de Médicos del Mundo

Alejandra Agudo
Fabio Cuttica.
Fabio Cuttica.LORENZO POLI

Su primera cámara le llegó a las manos pasados los 20 años. En realidad, aquella vieja Nikkomart de los setenta ni siquiera era suya, sino del padre de su novia de entonces. Tras estudiar fotografía, Fabio Cuttica, comenzó a trabajar en periódicos locales de Roma. “En ese momento me di cuenta de qué era lo que quería hacer: contar historias con significado”, recuerda.

Durante dos años, trabajó como reportero gráfico en las calles de la capital italiana, hasta que fichó por la agencia Contrasto para cubrir noticias en Latinoamérica. El destino no fue casual. La vida de Cuittica, aunque nacido en Roma (1973), ya había estado ligada a aquella parte del mundo. Pasó su infancia en Colombia y Perú, donde habían trasladado a su madre. El primer encargo de la agencia, en Ecuador, nada tenía que ver con temas sociales. “El equipo de fútbol se clasificó para el Mundial y contamos la historia de cómo había nacido la pasión por este deporte en el país”, rememora. “Esa fue mi bienvenida”.

Después vinieron los viajes a Paraguay, Argentina, México… Y pronto entró en contacto con otra realidad. En 2011 recaló en México, país en el que ha vivido los dos últimos años hasta su reciente regreso a Colombia. Fue entonces cuando conoció la historia de miles de migrantes que cada año cruzan el país norteamericano, procedentes de Honduras, Nicaragua, Paraguay y El Salvador, para llegar a Estados Unidos. Cuttica se echó la cámara al hombro e hizo el peligroso viaje con ellos. Más de una vez. Una serie de diez imágenes de este proyecto, Dark Passage, le han valido ser finalista del XVII Premio Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria de Médicos del Mundo.

“Llevo tres años viajando en tren con los migrantes, es un trabajo que he ido haciendo a poquitos y financiando de mi bolsillo”, explica. Cuttica pagaba por hacer un trabajo que además entrañaba importantes peligros. El riesgo de ser secuestrado o asaltado es elevado en las rutas migratorias que atraviesan México. “He tenido mucha suerte en todo lo que he hecho. Con mi propio presupuesto siempre viajo en transporte público y me alojo en cualquier sitio. Puede pasar cualquier cosa. Pero he tenido suerte de que no haya sido así. Nunca me han asaltado y tampoco me he caído de ningún tren”, detalla.

Al otro lado del teléfono, su voz desde Colombia desprende cariño cuando habla de sus fotografías. Recuerda con mucho detalle los momentos que ha vivido con los migrantes, las miradas perdidas de aquellos mexicanos que llegaron a Estados Unidos y han sido deportados, y “vuelven a un país que legalmente es el suyo pero en el que se sienten extranjeros”. Habla como si fuera ayer de cuando compartía albergue con las familias que caminan hacia el norte en busca de una vida mejor. Y también de las que buscan a sus seres queridos desaparecidos por el camino. “Más de 70.000 migrantes centroamericanos han desaparecido en su trayectoria por México rumbo a EE UU en los últimos 30 años, según ha documentado la Caravana de Madres Centroamericanas”, denuncia.

“La gente dice que la cámara es un escudo, pero a veces no pude evitar que las lágrimas salieran”, reconoce. Cuttica asegura que, pese a los años de experiencia, todavía no sabe cómo manejar sus emociones en ciertos momentos. Pero no parece preocupado por ello. “Hay que pensar que estás haciendo algo importante”, dice. A Cuttica le reconforta saber que ha sensibilizado sobre un problema oculto hasta hace apenas un lustro. “Gracias a la cobertura mediática algunas rutas se han vuelto más seguras”, afirma. “Hay miles de emociones fuertes. Y amarguras. Pero ves que cambias las cosas”.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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