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Con voz propia... desde Kenia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Coreamos que África progresa justo cuando todo se desmorona

El director editorial de África & Digital del grupo Nation Media nos habla del afán de optimismo sobre la situación en el continente.

Soldados de Francia y República de Congo de una unidad de desarticulación de explosivos los buscan en el jardín de una casa de Bangui (RCA) el martes 7 de enero de 2014. (AP Photo/Rebecca Blackwell)
Soldados de Francia y República de Congo de una unidad de desarticulación de explosivos los buscan en el jardín de una casa de Bangui (RCA) el martes 7 de enero de 2014. (AP Photo/Rebecca Blackwell)Rebecca Blackwell (AP)

Hace ya un par de meses, en noviembre del año pasado, pude leer una noticia optimista sobre Sudán del Sur prediciendo que la economía del país crecería un 30%.

Tras el reciente, según se dice, intento de golpe de estado y la pelea entre el presidente Salva Kiir y su exvicepresidente Riek Machar, parece que Sudán del Sur se encamina hacia una violenta guerra civil. A pesar de que ahora se prevé un crecimiento importante, ese 30 por ciento podría ser negativo.

Pero la situación de Sudán del Sur no es un caso aislado. Los conflictos que se han producido en esta inmensa región de África oriental han sido numerosos. Además de la crisis humanitaria y de derechos humanos que sufre durante años la República Democrática del Congo, hace unos días un grupo considerado “terrorista” por el Gobierno de Kinshasa, sembró el pánico en la capital atacando la sede de la radiotelevisión estatal, capturando rehenes y abatiendo a docenas de ellos.

Algunas semanas antes de los acontecimientos de Sudán del Sur, la República Centroafricana entró en una espiral de violencia y la Unión Africana y la comunidad internacional están intentando desesperadamente detener el baño de sangre.

En Somalia, el grupo militante Al Shabab se ha atribuido los atentados suicidas con coches bomba. Kenia, que aún no ha conseguido recuperarse del ataque de Al Shabab cometido en septiembre de 2013 contra el centro comercial Westgate en el que fallecieron al menos sesenta y siete personas, ha sido nuevamente víctima de la violencia terrorista en año nuevo con el lanzamiento de granadas contra un centro turístico de la costa.

En Burundi existe cierto temor a que el presidente Pierre Nkurunziza, facilitando un reparto del poder y limitando los términos de la Jefatura del Estado, intente anular los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil.

En muchos aspectos, África está atravesando una situación muy complicada y algunos de los mejores elogios que hemos podido recibir últimamente han venido por la muerte de Nelson Mandela.

Incluso si se tienen también en cuenta los casos de represión y caos que se suceden en Egipto y Libia, veremos que el efecto de estos contratiempos ha sido que el año ha comenzado con casi ninguna referencia esperanzadora sobre el “progreso de África”.

Y sin embargo, hace algunos meses era poco menos que imposible leer un periódico, ver la televisión o asistir a una conferencia sin encontrarse con un titular o con alguien proclamando que la violencia en la pobre y antigua África estaba lentamente llegando a su fin y dando lugar a un continente próspero y seguro.

Hace tres semanas le pregunté al presidente de Ruanda Paul Kagame si todavía confiaba en todo lo que se dice sobre el “progreso de África”. Estuvo dudando un rato antes de contestar pero después me dijo que sí. Aunque a continuación añadió que el avance llegaría a pesar de los líderes y gobiernos del continente, pero no gracias a ellos. “Creo que será el sector privado quien lo conseguirá”, afirmó.

Y luego, hace unos días, estuve hablando con un funcionario internacional que era además un gran seguidor del lema “Es el momento de África”. Me comentó que hasta hace unos meses recibía semanalmente informes optimistas sobre África que compartía ilusionado por todas partes. Pero que últimamente le enviaban ciertas informaciones que estaba ocultando. “Pero, ¿por qué?”, le pregunté. “Porque transmiten la idea de que África no podrá salir por sí misma de la situación calamitosa en que se encuentra”, me dijo. “Que el progreso que el continente ha experimentado durante la última década ha sido una cuestión de suerte, ‘algo accidental’, y que ahora se ha vuelto al mismo escenario en que se encontraba antes”.

Pero, al igual que Kagame, él no se había dado por vencido. “Europa padeció durante siglos guerras y sufrimiento. África seguirá también esa misma ruta. Las cosas se pondrán mucho peor antes de mejorar”, me dijo.

Si estas son las teorías que manejan los nuevos optimistas respecto a África, entonces prefiero no saber cuáles son las de los pesimistas.

Charles Onyango-Obbo es director editorial de la sección África & Digital del grupo Nation Media. E-mail: cobbo@ke.nationmedia.com. Twitter: @cobbo3

Traducción de Virginia Solans

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