La dura realidad
Prohibir el trabajo infantil no es racional en un país donde la pobreza obliga a miles de niños a sostener a sus familias
Desdiciendo reiteradas afirmaciones en sentido de que el proyecto del nuevo Código del Niño, Niña y Adolescente habría sido sometido a una amplia consulta ciudadana, desde que se conoció su contenido no ha dejado de provocar intensas polémicas en Bolivia (...) incluida una condenable acción policial para reprimir a niños que se opusieron a que se prohíba el trabajo infantil, incluido en la propuesta.
Ha sido la sensibilidad del presidente del Estado la que ha permitido que los legisladores del Movimiento al Socialismo (MAS) acepten reconsiderar el tema. (...)
Una cosa es la propuesta teórica y otra la cruda realidad. Es obvio que el trabajo infantil debiera ser erradicado. (...) Sin embargo, son miles los niños y adolescentes que trabajan en diversas actividades para autosostenerse o ayudar a sus padres a sufragar la manutención familiar. Esta situación se ha agravado por la pobreza, las transformaciones que vive la institución familiar y la migración, entre otros factores.
De ahí que prohibir el trabajo infantil no es racional; es más, deja un tufillo demagógico (...) En este sentido, lo que corresponde es regular con conocimiento de la realidad el trabajo infantil. El Estado debe garantizar —con el apoyo de la sociedad— que los niños que ingresan al mercado laboral gocen de los derechos que les permitan preservar su dignidad y que se les brinde el apoyo en materia de educación, salud, alimentación que requieren.
Esto es lo mínimo que la sociedad debe exigir en el proceso complejo de construir una sociedad justa y solidaria, de la que aún estamos muy lejos.
Cochabamba, 28 de diciembre
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