Es lo normal
La intervención de Jantjie, el supuesto intérprete del lenguaje de signos en los funerales de Mandela, ha suscitado reacciones que van desde la indignación hasta la comparación risueña con una película de los hermanos Marx, con todos los estados intermedios. Todos los oradores decían cosas coherentes, pero Jantjie transformaba los discursos en la nada.
Salvando las distancias, en España estamos asistiendo en los últimos tiempos a un proceso de percepción de la realidad por parte de los ciudadanos, que seguidamente es “traducida” por los políticos de turno. Esa traducción, en la mayoría de las ocasiones, no tiene nada que ver con la realidad y, por supuesto, siempre está a favor del traductor. Uno de los precursores de estas prácticas fue Zapatero cuando nos explicaba la inexistencia de una crisis. Últimamente, las traducciones han alcanzado la categoría de delirantes. La relación de las mismas podría llenar varios tomos, pero como ejemplos significativos, yo señalaría la “indemnización en diferido” de Bárcenas; el “los papeles son falsos salvo algunas cosas”, de Rajoy; el “natural relevo” en la presidencia de la Junta de Andalucía; el “yo destapé la trama Gürtel”, de Aguirre; el “se crea empleo”, a pesar de que la afiliación a la Seguridad Social disminuye; el “se ve la luz al final del túnel” y “los salarios han tenido una subida moderada”, de Montoro; y, en fin, el “no subirá la luz en enero”, de hace dos o tres días. Es seguro que Jantjie no volverá a realizar traducciones, pero también es seguro que nuestros políticos continuarán informándonos de que la realidad no es como la percibimos, sino como ellos la están traduciendo.— Alberto Fernández.
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