Periodismo pagado por Hollywood

Joshua Davis y Joshuah Bearman son dos periodistas freelance dispuestos a invertir todo el tiempo y el espacio que sea necesario para elaborar sus artículos. Davis pasó un año junto al polémico programador informático John McAffee en su retiro en Belice. Bearman investigó lo ocurrido en una misión encubierta de la CIA que a finales de los setenta rescató a un grupo norteamericanos atrapados en Irán. Ambos publican ahora sus reportajes en su revista online Epic Magazine, donde ofrecen “relatos reales tan entretenidos como los ficticios, pero llenos de datos contrastados”, con un cuidado diseño y ni un solo anuncio. Como si en Internet fuera posible un periodismo de gran formato sin morir de hambre en el intento. El texto de Bearman, que en fue el que impulsó este proyecto, llegó de hecho a manos de Warner Bros y con él se construyó una película de modestas ambiciones llamada Argo, que dirigió Ben Affleck y que acabó ganando el Oscar a la mejor película. Desde entonces, han encontrado en Hollywood a su socio ideal. Ya han vendido a los grandes estudios casi una veintena de artículos para que se conviertan en películas.

“Lo nuestro con el cine estadounidense es una cuestión de afinidad natural”, se sincera Joshua Davis ante ICON. “A Hollywood le gustan las historias reales bien contadas. Con asociarnos solo salimos ganando todos”. Ellos parecen los salvadores de una industria que olvida el rigor cuando se luce en relatos brillantes —Gravity— pero que obtiene irregulares resultados a la hora de abordar hechos reales —del solvente Capitán Phillips al fracaso de, ejem, El quinto poder, sobre Wikileaks—.

Aseveran sus compañeros de la revista Wired que Joshua Davis es uno de esos autores que tienen que vivir la experiencia al máximo para poder contarla en palabras. En 2004 y con apenas 70 kilos de peso se apuntó al campeonato estadounidense de pulsos. Sus combates duraban segundos, pero encontró la motivación necesaria para probar suerte con otros retos improbables como el toreo o el sumo. Recopilando todos esos fracasos y algún que otro progreso compuso su primer libro de éxito, The Underdog: How I Survived the World’s Most Outlandish Competitions.

Nos cuenta que sus vivencias con John McAffee son las más extremas de las que ha vivido practicando esa forma inusualmente (¿tristemente?) pura de periodismo. Lo describe como un hombre delirante a quien asegura haber visto jugando a la ruleta rusa con una pistola apuntando a su propia sien. Palabra de Davis.

Cuando Joshua Bearman, compañero de columnas y de inquietudes, vio su trabajo convertido en película decidieron crear una espacio para que ellos y otros autores pudieran repetir la fórmula. La idea está funcionando a lo grande. Hace tres semanas, la cadena Fox sólo daba luz verde a rodar el proyecto Silk Road tras haberse hecho con el escrito aún inédito de Davis. Su ensayo acerca de esta tienda de mercado negro online recientemente clausurada por vender armas y sustancias ilegales vertebra la trama de la cinta.

"Si lo contado en Argo fuera ficción, hubiese resultado inverosímil por completo. Ese factor sorprendente y al mismo tiempo real es el que hizo que enganchara al espectador", defiende Bearman. Aún así reconocen que sus reportajes no están configurados para convertirse necesariamente en un guion, pero sí para ser más o menos rentables. "Hay muchas formas de generar ingresos alrededor de contenidos que resulten interesantes porque atraen a un público enorme. El campo de la publicidad es otra vía que se percibe en el horizonte", coinciden ambos, inspirados por la actitud de revistas como Rolling Stone o el Playboy de los años setenta.

Davis lamenta que en muchas de las mejores publicaciones escritas de su país se incluyan solo una o dos grandes historias al mes. Bearman se muestra más optimista y cree que el periodismo que defienden aún está presente en el papel. De todos modos la Red siempre es una buena alternativa. "Allí también existe la posibilidad de ser un magnífico contador de historias", defienden, sin ánimo de lucro. Ejemplo de ello es la revisión que han hecho para su revista de un artículo de Mischa Berlinski publicado en Men's Journal en 2009. Las diferencias entre uno y otro son notables. La versión de Epic Magazine no desmembra el texto para contabilizar más visitas, concede más espacio a la imagen y cuida un diseño centrado en el contenido y no en la publicidad. Resulta más profesional pero también menos rentable a ojos de una empresa de comunicación convencional.

De hecho los dos fundadores de Epic Magazine compaginan sus artículos con su nueva labor como productores cinematográficos. De esa forma siguen formando parte del proceso de gestación que adapta sus historias a la pantalla. Al contrario de lo que se podría esperar, los entresijos que se presumen tras el brillo de Hollywood no dan para uno de sus artículos. "Desde nuestra experiencia es un mundo que trata de estar todo el día sentado en un despacho y hablando. Nos llama más salir al mundo y escribir sobre gente y aventuras más disparatadas", dicen acerca de sus nuevos socios.