Prueba decisiva
El test de solvencia del BCE debe despejar las dudas sobre el estado real de la banca europea
Cinco años después del inicio de la crisis financiera, la situación real de solvencia y capitalización de la banca europea sigue siendo un enigma. No se han escatimado esfuerzos para resolverlo, pero las pruebas de estrés aplicadas hasta el momento han resultado poco creíbles, incluso decepcionantes, no solo para los mercados, sino también para los propios examinantes. En busca de una prueba definitiva, el Banco Central Europeo (BCE) va a poner en marcha un examen de solvencia y capitalización de 130 entidades financieras europeas (de las cuales 16 son españolas) cuyos resultados se conocerán a finales de 2014. Aproximadamente por esa fecha deberá estar concluida la nueva ronda de pruebas de resistencia organizada por la Autoridad Bancaria Europea.
Las condiciones de solvencia exigidas por el BCE, al menos las que se conocen hasta ahora, sugieren que el examen será exhaustivo y dejará un diagnóstico sin sombras de duda. El banco medirá la calidad de los activos, la liquidez, el endeudamiento, la exposición a la deuda soberana y los productos derivados. Pretende, en teoría, efectuar un chequeo a fondo del sistema bancario. Y mejor que sea detallado, porque el BCE tendrá que asumir la supervisión bancaria en 2014 y cualquier detalle sin control es un riesgo para el supervisor.
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En teoría, el BCE está comprometido a fondo en una prueba rigurosa; en la práctica, pueden aparecer distorsiones. Por ejemplo: ¿por qué no se examina a las cajas alemanas? Quizá su volumen sea reducido en el conjunto del sistema europeo, pero también pueden propagar una crisis, sobre todo si se mantienen en la sombra. Hay que preguntarse además si el banco examinará a fondo los nuevos activos complejos de riesgo que están floreciendo en los mercados una vez que se ha dado por resuelta la crisis financiera, como si el sistema no hubiera aprendido nada de la catástrofe de las subprime y demás paquetes tóxicos. Queda una pregunta en el aire que el regulador monetario tendría que contestar con precisión: ¿qué sucederá con la entidad o las entidades que requieran nueva recapitalización? Necesitarán plazos para buscar capital y cobertura, nacional o europea, para evitar el castigo en los mercados.
Esta es casi la última oportunidad para que los tests de solvencia y resistencia resulten creíbles y sirvan de apoyo inicial para la recuperación del crédito. Porque otra decepción cuestionaría no solo los resultados, sino también las pruebas.
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