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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vanidad del pirata

El somalí que presuntamente organizaba los secuestros se dejó engañar y viajó a Bélgica a contar su vida para un falso documental

SOLEDAD CALÉS

Mohamed Abdi Hassan está acusado de ser un pirata, pero no uno cualquiera. Según los informes de la ONU, es el jefe de los piratas de Somalia y, como tal, se le adjudican casi una docena de secuestros frente a las costas de su país con un botín estimado en casi 200 millones de dólares. En estos momentos, está en la bella ciudad flamenca de Brujas, pero no precisamente haciendo turismo, sino en una cárcel a la espera de juicio tras caer como un bendito en la trampa que le ha tendido la policía belga. El anzuelo: la posibilidad de contar con su ayuda como asesor y “experto en la materia” para rodar un documental sobre la piratería somalí. El sábado, Abdi Hassan, tomaba el avión en Nairobi rumbo a Bruselas con la intención de firmar el contrato y allí estaban los uniformados esperándole para llevarle ante el juez.

La justicia belga le acusa del secuestro del buque Pompei en 2009 en el que mantuvo retenidos a sus diez tripulantes setenta días. La Audiencia Nacional en España cree que es el máximo responsable del secuestro del atunero vasco Alakrana en ese mismo año.

La operación desplegada es la versión europea y más amable de las que a veces perpetra EE UU fuera de sus fronteras, donde las operaciones similares no se andan con tantos miramientos. Ahí está el reciente caso del líder de Al Qaeda Abu Anas al Libi, detenido el 5 de octubre en Libio e interrogado durante una semana en alta mar antes de ser entregado a la justicia. La ministra de Exteriores de la UE, Catherine Ashton, ha felicitado a las autoridades belgas por tan finas y eficaces artes en la persecución de los piratas.

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Abdi Hassan es conocido bajo el apodo de Afweyne, que significa bocazas en su idioma. De modo que la trampa estaba bien ideada. Si se trataba de hablar y asesorar, Afweyne era la persona ideal. En el contrato a firmar se especificaba que el documental a rodar pretendía reconstruir su vida, lo que indicaría que, además de hablador, tiene un enorme ego, que es el que le ha conducido a su perdición. Hace un año dijo, por cierto, que quería entrar en política. Tendrá que hacer campaña desde Europa y, mientras, sí, contar su vida como quería; pero ante los jueces.

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