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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vía libre para Letta

El humillante motín contra Berlusconi de sus parlamentarios anticipa su ocaso político

El súbito viraje en el último minuto de un Silvio Berlusconi acorralado ha permitido la continuidad del primer ministro italiano Enrico Letta, al ganar en el Senado la votación de confianza planteada tras la dimisión de los ministros de Berlusconi en el Gabinete. Il Cavaliere ha decidido apoyar la supervivencia del Gobierno de coalición tras la abierta rebelión de algunos de sus parlamentarios, decididos a apoyar al Gobierno de centroizquierda, una rebelión encabezada por su mano derecha en el partido, Angelino Alfano.

Berlusconi emerge del pulso humillado y debilitado, tanto en su capacidad para manejar como un cortijo a su partido, Pueblo de la Libertad (PdL), como en su hasta ahora decisiva influencia sobre el rumbo de la política italiana. Ese es el aspecto más positivo del rocambolesco episodio parlamentario de ayer en Roma. En el reverso, sin embargo, nada garantiza que el balón de oxígeno proporcionado al Gobierno de Letta por Il Cavaliere sirva para sacar a Italia de su marasmo en vísperas de la presidencia rotatoria de la UE.

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El motín contra Berlusconi de parte de sus acólitos, esa escisión entre moderados y radicales en el PdL, abre probablemente una nueva página en la enrevesada política italiana, dominada durante veinte años por la perversa anomalía de un magnate propietario en la práctica de un movimiento político al servicio de sus propios intereses, que no a los de la nación. Y acentúa la percepción de que la era Berlusconi se acerca a su final —justo cuando el Senado se dispone a decidir su expulsión, convicto de fraude fiscal por el Tribunal Supremo— y con ella una Italia rehén de los conflictos y negocios de su por tres veces primer ministro.

Sorteada la nueva crisis, el socialdemócrata Letta tiene ahora las manos más libres. Pero está por verse si su precario Gobierno (poco activo desde su formación en abril y paralizado tras la condena de Berlusconi en agosto y el subsiguiente desafío de Il Cavaliere a las instituciones) está en condiciones de afrontar los gravísimos problemas de Italia, en su mayor recesión tras la II<TH>Guerra Mundial.

Italia no es Alemania. La estabilidad de un Ejecutivo formado con ingredientes tan dispares como unos socialdemócratas divididos, los centristas de Mario Monti y la derecha de Berlusconi es, por definición, escasa. Como lo es su capacidad para llevar adelante reformas de calado. Y son precisamente esas reformas las que Italia necesita. No solo económicas, que saquen al país transalpino de su larguísimo estancamiento y alivien la mayor deuda pública de la eurozona. También, y sobre todo, cambios institucionales de envergadura, que hagan funcionales el sistema electoral, el Parlamento o su sistema judicial.

Quizá el fracaso de Berlusconi ayer es el revulsivo político que el país necesita. Quizá Letta está en condiciones de afrontar el desafío. Si no es así, una Italia aleccionada sobre los errores de febrero deberá ir preparándose para nuevas elecciones.

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