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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paro menos malo

El deterioro es menor que en los últimos años: es una buena señal, pero no da para la euforia

La economía española sigue destruyendo empleo: el pasado septiembre ha roto la racha de descensos de los últimos meses. El paro registrado aumentó en 25.572 personas. Es una cifra inferior a todos los correspondientes al mismo mes desde 2007. Ese menor deterioro es buena señal. Con todo, los inscritos en las listas del antiguo Inem son 4.724.355 personas. La afiliación a la Seguridad Social, por su parte, ha caído en 22.242 personas, también menos que en meses anteriores. Ambos datos señalan que la tendencia al empeoramiento del mercado de trabajo parece estabilizarse. No estamos, sin embargo, cerca de su definitiva inflexión y de una significativa creación de empleo en términos netos.

La calidad del empleo sigue adoleciendo de una excesiva temporalidad de los contratos. En realidad, como el propio Banco de España ha puesto de relieve, la reforma laboral se ha traducido en una mayor flexibilidad de las empresas para manejar sus recursos humanos, en presiones a la baja de los salarios y en una mayor temporalidad. Además, el número de familias españolas en las que todos sus miembros siguen desempleados se mantiene en niveles demasiado elevados, incompatibles con cualquier muestra de complacencia.

La precariedad tampoco es el mejor fundamento para que se recupere el consumo, ni para que se avance a buen ritmo en la reducción del endeudamiento de las familias, ni en la correspondiente mejora de la solvencia del sistema bancario. Mucho menos para que tanta temporalidad contractual permita fortalecer la formación en el seno de las empresas, que resulta necesaria para mejorar la capacidad competitiva de estas.

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Por eso es conveniente que el Gobierno no eche las campanas al vuelo de forma prematura. La generación de falsas expectativas puede traer efectos mucho más adversos que los pretendidos estímulos a los agentes económicos, dentro y fuera de nuestro país. Las autoridades deben ser conscientes de que dependen de las decisiones que adopten otros, fundamentalmente en la UE, así como de las perturbaciones externas, derivadas de la inestabilidad política en diversos países. Además, conviene templar la euforia política cuando todavía el nuestro es el país con el mayor número de desempleados en Europa, muchos más que cuando este Gobierno tomó las riendas de la economía.

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