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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rajoy ante las cámaras

El presidente del Gobierno, obligado a responder sobre el 'caso Bárcenas' a una periodista de Bloomberg

MARCOS BALFAGÓN

En La Moncloa aún deben de estar investigando qué falló en la iniciativa de conceder una entrevista del presidente del Gobierno a la agencia de noticias económicas Bloomberg aprovechando su estancia en Nueva York. Los colaboradores de Rajoy difundieron fragmentos del encuentro en los que se vanagloriaba de las mejores expectativas económicas españolas y del dato definitivo del déficit de 2012 (6,84%), mejor que el preliminar (7%). Con tan buenas perspectivas, en fin, Rajoy volvió a Madrid, según Soraya Sáenz de Santamaría, como “el hombre que ha salvado España”.

El problema es que el intento de la vicepresidenta por airear las glorias de su jefe tropezó con el vídeo completo de la entrevista. En el mismo se aprecia lo mal que lo pasó Rajoy intentando salir del atolladero en el que le puso la autora de la entrevista que, como buena profesional, no podía dejar de preguntarle sobre el caso Bárcenas y la presunta financiación irregular de sus campañas electorales.

Mariano Rajoy, que concede entrevistas con cuentagotas y al que le gusta comparecer muy limitadamente para evitar cuestiones molestas, ha perdido reflejos en el cuerpo a cuerpo. Quizá por la falta de costumbre, se defendió torpemente de las preguntas y repreguntas. “Hay cosas que no se pueden demostrar”, dijo. “No hubo financiación ilegal”, añadió. “Lo desconozco absolutamente”, respondió sobre la destrucción de pruebas alojadas en el disco duro del ordenador de Luis Bárcenas.

Visto el trance, a Santamaría no le resultó, sin embargo, difícil sortear la otra espinosa cuestión: el hecho de que La Moncloa pidiera a Bloomberg que no emitiera la entrevista completa, es decir, que retirara las preguntas sobre el escándalo de Luis Bárcenas.

No le resultó difícil porque no respondió a la cuestión planteada por la prensa española, a la que se le impide repreguntar. No todo se arregla con impedir que se hagan preguntas a Rajoy sobre el caso Bárcenas en España, ni con pedir a los que se las hacen en el extranjero que no las difundan. Lo que fue concebido como un empuje de imagen devino, cómo no, en otro fiasco.

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