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La escuela pública española: entre la amenaza y la esperanza

        Luís Sevillano / El País

Llegaré a España en las próximas horas y, aunque sigo de cerca las noticias locales, debo prepararme, ponerme al día con algunos detalles que la distancia dispersa. Para esto, nada mejor que la televisión. Busco la TVE Internacional y quedo atrapado en la sonrisa de Marta Solano, conductora de “España Directo”, un programa diario de casi dos horas de duración, en uno de los horarios centrales de la grilla televisiva, entre las 18:30 y las 20:15 horas. Todos los días, cada santo día.

Allí me entero que los habitantes de Barbate, en Andalucía, poseídos por un misterioso ataque de estupidez, creyeron estar siendo invadidos por ovnis, cuando el sábado pasado una feliz pareja festejaba sus bodas de plata, lanzando farolillos encendidos al aire. Dotando su sonrisa de un toque de misterio y asombro extraterrestre, Marta provoca a la platea con la inquietante pregunta: “¿Eran ovnis de verdad? España Directo revelará el misterio”. Largos minutos más tarde, se sabrá que no lo eran, aunque nada pudo precisarse acerca de la salud mental de los entrevistados.

Enseguida, el programa propone conocer la receta del tumbet mallorquín, un delicioso plato cuya preparación será presentada en tiempo real, con un manejo del ritmo televisivo semejante al de Andrei Tarkovski en su célebre film, La Zona (Stálker). Hacer un tumbet lleva, más o menos, 20 minutos… el mismo tiempo que demora la nota, mostrando las batatas fritándose y dos personas hablando sin parar. Se trata, aparentemente, del periodista y la cocinera quienes parecen haber combinado acabar con la riqueza del relato televisivo: ella corta las patatas y él dice, “ahora ella corta las patatas”. Marta, dotando a su sonrisa de un sorprendente giro lingüístico, pregunta la traducción de la palabra “tumbet”. La cocinera quiere seguir hablando de las patatas y no le responde, ante la insistencia dice: “tumbet es tumbet”. La nota sigue en la más absoluta insignificancia. El periodista explica lo que muestra la cámara, la cocinera cocina y Marta se ríe. De repente, una leyenda aparece sobre la base de la pantalla: “la patata tiene un efecto protector sobre el deterioro cognitivo”. Parece ser una especie de alerta a la audiencia, recomendando cómo prevenirse de los efectos colaterales producidos por tan inteligente programa.

"España Directo" promete tratar la realidad social española y, como en España parece no estar pasando nada en materia social, qué mejor que mostrar 20 minutos de patatas, berenjenas y tomates condimentados por la sagacidad periodística de una decadente TVE.

Sin embargo, aguanto firme y resignado el desenlace del programa. La TVE me ha dado muchas alegrías en la vida. En algún momento, se trató de uno de los tres mejores canales televisivos del mundo y, sin lugar a dudas, el mejor de lengua española.

El programa se acerca a su fin con una nota de color sobre el Día de América, la fiesta de San Mateo, en Oviedo. Carrozas, vestidos típicos, música latina y tradicional española, en un simpático reconocimiento a los países que recibieron a los asturianos que huían del hambre, el abandono y la pobreza. Cosas que pasaban, como nos explican Marta y su simpático corresponsal, Tino, hace más de un siglo atrás, cuando España era pobre y la gente se tenía que ir a buscar un futuro mejor a lejanos y desconocidos continentes. El Día de América es, por esto, un día para festejar. Con ese fin, el poco oportuno Tino, decide entrevistar a los Villanueva, tres generaciones de asturianos reunidos en la fiesta. Tino toma por el hombro al más anciano de la familia, buscando la síntesis de la fiesta, el broche de oro de un programa sin desperdicio. Villanueva, un abuelo que era niño en las épocas de pobreza y escasez, mira la cámara y dice: “aquí estamos, tristes por las situaciones que tenemos, por el paro de la juventud”. Tino lo larga como si ese falso abrazo le quemara la conciencia. Marta, dice, “bueno, bueno, nos ha encantado; ahí los dejamos”, mientras Tino corre a abrazar a otro asturiano que no le recuerde el presente, espejado en ese pasado odioso y miserable, donde los españoles salían de a montones, a recuperar su esperanza por el mundo.

España vive una de sus crisis más profundas, bajo los efectos regresivos de una política de ajuste que condena a la pobreza y la exclusión a miles de ciudadanos y ciudadanas. Mariano Rajoy lo sabe: el éxito de su política de reducción de derechos será directamente proporcional a la capacidad que el gobierno tenga de destruir los procesos de movilización y resistencia que se extienden, a veces silenciosamente, por la epidermis de una sociedad española dispuesta a no entregarse al desencanto. Para que las políticas del Partido Popular tengan éxito, habrá que quebrar, primero, la espina dorsal sobre la que debe sustentarse cualquier democracia efectiva: la ética pública, el valor inalienable de la igualdad y la lucha incansable por la justicia social. Se trata de refundar moralmente España, de vaciar de política pública a su joven y no siempre eficiente democracia; de apagar la mecha capaz de detonar incontenibles procesos de movilización y desobediencia; de desintegrar la indignación, esa insoportable sensación de inconformismo que nos expulsa a la calle para decir a gritos que nadie tiene el derecho de humillar a nadie con la pobreza, el abandono y la exclusión. Mucho menos aún, un Estado democrático.

Por este motivo, el gobierno de Mariano Rajoy ha abierto un sinnúmero de frentes donde se traba esta batalla cultural. Además de la regresión reaccionaria de los medios de comunicación oficiales, el cincel con el que pretende modelar la conciencia de la nueva España, se llama LOMCE.

La lucha contra la LOMCE es un imperativo político de todos los que defienden la democracia y los derechos humanos que deben sustentarla, dentro y fuera de España. En efecto, el éxito de un proceso de reestructuración como el que aspira imponer la nueva ley de educación española, tendrá un enorme efecto destructivo en toda Iberoamérica. Necesitamos comprender la geopolítica de las reformas educativas y sus interdependencias regionales. Mientras en Latinoamérica gobiernos posneoliberales ensayan caminos democráticos en la ampliación del derecho a la educación y reformas escolares muchas veces innovadoras y creativas, España, junto con otros países americanos, como Colombia, Chile o Panamá, representan una contraofensiva reaccionaria y conservadora contra estos avances. Hay proyectos que están en disputa y el gobierno español ejerce el liderazgo de una derecha de alcance regional que, no por falta de originalidad, carece de fuerza.

La derrota del gobierno de Mariano Rajoy será una victoria democrática para España y para toda Iberoamérica. La derrota de la LOMCE, reforzará y ayudará a consolidar procesos de reforma escolar que se llevan a cabo en algunos países de Latinoamérica, revirtiendo una deuda histórica de exclusión y discriminación educativas.


Marcel Saenz / El País

No dejarse vencer por el pesimismo resulta fundamental.

España tiene uno de los gobiernos más reaccionarios de toda su historia. Pero también diversas organizaciones y entidades que se movilizan activamente en la lucha por la defensa de la educación pública. Quizás, para un observador externo, esto parezca más claro. No pocas veces, me he sorprendido teniendo que convencer a algunos amigos y colegas españoles que la lucha por la defensa de la escuela pública está muy lejos de haberse desactivado en España y que, a diferencia de la situación que existía algunos años atrás, han surgido o se han fortalecido y consolidado organizaciones democráticas que juegan un papel central en estas luchas.

De hecho, España es uno de los pocos países en los que una organización como la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), constituida por más de 12 mil entidades en todo el territorio nacional, posee tanta fuerza, capacidad de movilización e iniciativa. También, España es un país que posee importantes organizaciones estudiantiles y federaciones de trabajadores y trabajadoras de la educación, con una gran capacidad de articulación y movilización, como la Federación de Enseñanza de Comisión Obreras, la Confederación de Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza – STEs o la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT.

Han surgido también en España decenas de organizaciones de defensa de la educación pública, como Ciudadan@s por la Escuela Pública, que se articulan y promueven iniciativas con otras ya legendarias, como la Asociació de Mestres Rosa Sensat y la Confederación de Movimientos de Renovación Pedagógica. Hay, además, centenas de organizaciones regionales y locales que producen sus propias estrategias y se unen a movimientos de alcance nacional, como la Consulta Ciudadana por la Educación Pública, que comienza el 23 de septiembre y se extenderá hasta el 13 de octubre.

No deja de llamar la atención que, aún en el marco de muchas iniciativas y una multiplicidad de organizaciones, más de una vez se denuncie que “todo está muy desmovilizado”. Hay, sin lugar a dudas, que mejorar y ampliar los espacios de participación. Sin embargo, existe un gran dinamismo en las organizaciones que actúan en la lucha por la educación pública española. El pesimismo de un diagnóstico que sólo ve ausencias en un universo de valientes presencias, contribuye con el estado de ánimo de derrota que el gobierno de Mariano Rajoy pretende imponer y cuyo ministro de educación repite provocativamente con una impunidad pasmosa: “el nivel de discrepancia [en España] con la reforma escolar, puede considerarse una fiesta de cumpleaños”.

Tampoco es verdad que no hay en España ideas y propuestas, diagnósticos y alternativas acerca de cómo salir de la crisis educativa. La investigación en educación llevada a cabo por las universidades españolas siempre ha sido de referencia, calidad y prestigio a nivel internacional. El compromiso político democrático de buena parte los intelectuales que actúan en este campo, también. Prueba de ello lo es la Declaración “Por Otra Política Educativa”, escrita y firmada por muchos destacados académicos y con una gran divulgación en las redes sociales.

La escuela pública española se balancea entre la amenaza y la esperanza. La amenaza que le formula el gobierno nacional, con una política educativa y una nueva ley de educación que cercenará derechos y ampliará privilegios. La esperanza que se construye día a día, en el compromiso y las acciones de los que sueñan y trabajan para que la escuela pública española no de un único paso hacia atrás. Y siga adelante, construyendo el horizonte de una sociedad cada vez más justa e igualitaria.

Desde París...

Realizaré en Madríd, una conferencia promovida por Le Monde Diplomatique, el martes 24 de septiembre a las 19:00 horas en La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2) - "Las luchas por el derecho a la educación: el caso de América Latina" - Más informaciones AQUÍ.

También realizaré una conferencia en Valencia, el miércoles 25 de septiembre a las 19:00 horas en el Aula Magna de La Nau Centre Cultural (c/ Universitat, 2, Valencia). "La educación y el futuro de la democracia" - Más informaciones AQUÍ.

 

"La verdad de la educación: el mundo según la LOMCE" - Ciudadan@s por la Escuela Publica.

        http://www.consultaciudadanaporlaeducacion.org/

Comentarios

Importante este post de Pablo para nos lembrar que há muita luta e mobilização em nossos países pela garantia de direitos. A Ibero-américa tem experiências a compartilhar, de lutas e de conquistas, de desafios e ameaças. Os países que atravessaram reformas neoliberais sabem o quanto custam para nossas crianças, jovens e adultos, são danos que penalizam toda a sociedade. Parabéns, Pablo, pela lúcida análise.
Alguien debería solucionar el problema que ha generado que las autonomías controlen la educación. En Cataluña, por ejemplo, los libros de historia de los colegios explican una historia diferente a la que se explica en el resto del mundo sobre Cataluña. Se margina el castellano y se manipulan los exámenes de catalán y castellano para obtener unos resultados académicos que avalen una inmersión lingüística discriminatoria con una de las lenguas oficiales: http://xurl.es/9ik46
Qué guapo suenas, Pablo. Pero -odio los peros, y con todo...-, una buena parte de la ciudadanía de este país es el producto precisamente de siglos de educación racaneada por los sucesivos gobiernos despóticos que nos la procuraron amorosamente, digo la ignorancia -salvo el breve período esperanzador de que se gozó durante la República, y de cuyas rentas, aunque parezca mentira, aún recibimos beneficio quienes fuimos educados, ¡en pleno franquismo!, en Institutos de Enseñanza Media excelentes, alguno mixto, contaditos, pero que había, y hablo de Asturias, de Avilés-, el desprecio al libro, y junto con todo ello, el aprendizaje de la mediocridad, de la superficialidad moral, cuando no de la franca inmoralidad asumida, y el afán clientelar, producto de la miseria y de esa ignorancia, seculares, estas sí, fomentadas siempre con celo. Así que, la ciudadanía hace tiempo que se dejó meter el gol de una escuela pública para pobres, ya que la democracia, se nos decía, 'exigía' bajar los niveles, igualar por abajo. El PP solo redondeó los logros, a lo grande, es cierto, y así, a día de hoy, los centros de enseñanza pública son guetos para las clases más desfavorecidas y la inmigración, y la iglesia católica vuelve a beneficiarse de nuevo de todo ello - el PP es iglesia y corrupción, y filofascismo, además y como mínimo-, lo que no significa que no se hubiera beneficiado durante los gobiernos del PSOE. Y digo todo esto, porque mi esperanza estaba puesta justo en la ciudadanía, pero ya no. De nuevo se constata que la educación más generalizada y fructífera fue la del Franco, es decir, la educación en la abyección, en la sumisión, en el afán de medrar en lo económico y en lo social, en el miedo, fuera de toda ambición de llegar a ser persona, y por lo tanto, alguien libre y digno. Y esa ciudadanía es la misma que actúa 'opinionada' por las empresas que son los medios de comunicación. Así, por ejemplo, ahora andamos entretenidos con Catalunya, aunque no solo, los títeres y los titiríteros son variados, creemos que la crisis del capital se resolverá 'de alguna manera' y que todos volveremos a ser felices. Ningún análisis, ninguna crítica, ningún afán de querer saber qué es lo que en realidad pasó, está pasando, o cómo intervenir. Con todo, o justo por todo lo que no hay, gracias.
El gobierno tiene bien claro lo que necesita para acabar de chuparnos la sangre sin que le causemos demasiados problemas. Uno fundamental es volvernos a todos absolutamente ignorantes, reservando la educación para las élites y aquellos que, siendo brillantes en algo, resulten sumisos, o sea, que pueden resultar útiles a las élites y si no les interesan, tampoco van a plantear muchos problemas. Por ejemplo, las dificultades para aquellos que pueden tener un bache en algún momento, o la tendencia a dar una caña demenciada y ver los que aguantan sin quejarse. Si no nos defendemos, esta estrategia puede llevar a conformar una población como los polacos de la región denominada Galitzia en el siglo XIX: estando sometidos todavía a la servidumbre, recibieron a tiros a los nacionalistas que acabaron liberándolos.

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