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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desconcertante Griñán

Alega razones personales para su retirada exprés, pero no despeja la duda sobre los ERE

La retirada definitiva de José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y su relevo por Susana Díaz, previsto para septiembre, no viola normas ni afecta a legitimidades políticas, pero sí confirma que la dirección del PSOE de Andalucía ha dado prioridad a los tacticismos internos antes que a la responsabilidad contraída con los ciudadanos en las elecciones de 2012. Son ellos los que merecen una explicación de las razones por las que, en menos de un mes, Griñán ha pasado de anunciar su intención de no presentarse a nuevos mandatos en la Junta, pero agotar el actual —le quedaban casi tres años— a dejarlo casi de inmediato.

Las razones son personales y familiares, según Griñán, lo cual no le impide mantenerse en los cargos orgánicos del PSOE. La sorprendente precipitación de su marcha afianza la idea de que un factor decisivo es la investigación del presunto fraude de los ERE. Griñán intenta quitarse de la presión que representa este asunto, aparte de sostener que no hay motivos jurídicos para imputarle. En este punto solo cabe aguardar el curso de los acontecimientos y sin duda el caso seguirá pesando sobre una organización política que gobierna Andalucía sin interrupción desde 1982; pero es posible que la acción de Griñán contribuya a apartar al futuro Gobierno andaluz de los focos de un problema judicial cuya evolución no está escrita.

Precisamente se espera para hoy el testimonio del ex interventor general de la Junta, Manuel Gómez, que remitió hasta 15 informes a la Consejería de Hacienda en los que alertó del irregular procedimiento con el que se daban las ayudas y sobre las ampliaciones presupuestarias que recibió el fondo constituido para ello. Griñán, que fue el titular de esa consejería entre 2004 y 2009, ha sostenido siempre que no leyó tales informes y la actual consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, se ha inmolado públicamente al asumir que nunca pasó tales documentos a Griñán cuando ella era viceconsejera.

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Lo sucedido explica, de paso, por qué la dirección de los socialistas andaluces convocó unas primarias exprés, de las que se ha servido para hacer una demostración de fuerza interna y consolidar la base política de la futura presidenta de la Junta. Para Griñán, conservar por algún tiempo las riendas de la organización socialista en Andalucía puede ser un modo de balizar el camino de su sucesora, aunque la bicefalia no funcione nunca bien —fue su excusa para apartar a Manuel Chaves— y tarde o temprano habrá de ceder también ese puesto.

Y en lo que se refiere al PSOE federal, Griñán sigue siendo el presidente y no hay síntomas de que renuncie a jugar un papel en el futuro inmediato de este partido, que en otoño tiene prevista una conferencia política probablemente decisiva para el equipo liderado por Alfredo Pérez Rubalcaba.

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