Lily, una dama del arte frente al fisco
Imputada por defraudar 5,7 millones a Hacienda, Liliana Godia vive volcada en el coleccionismo y la filantropía. "Ha delegado sus negocios en su marido”, aseguran en su entorno
El entorno de Liliana Godia Guardiola se volcó en ella cuando, hace años, tuvo un accidente de tráfico muy grave. Lily, como la llaman sus allegados, se metió en dirección contraria en una autopista. “Se salió equivocadamente por donde tenía que entrar, pero no por acortar o por llegar antes a ningún sitio. Fue una mera equivocación”, cuenta una persona que la conoce desde niña. Salió viva de aquello, pero la marcó profundamente.
Ahora, su familia y amigos la han arropado de nuevo con fuerza. Liliana Godia, una de las mujeres más ricas, poderosas e influyentes de Cataluña, está imputada por haber defraudado, presuntamente, 5,7 millones a Hacienda junto a su marido Manuel Torreblanca. Acostumbrada a los agasajos, los reconocimientos públicos y las felicitaciones, la empresaria afronta una causa judicial compleja, que la ha puesto en el centro de la diana.
Liliana es, de las seis hermanas de la familia —Carmen, Cristina, Silvia, Virginia y Yolanda—, la que más ha cuidado el legado de su padre, Francisco Godia. Su figura siempre le impresionó, según fuentes de su entorno. Cuando ella nació, su padre tenía ya 50 años, por lo que jamás le vio en las carreras. Francisco Godia fue el mejor piloto español de fórmula 1 antes de Fernando Alonso. Disputó 25 grandes premios y logró acabar en cuarta posición en dos ocasiones. Hijo de una familia adinerada, Francisco Godia fue el alférez provisional más joven de España, con 16 años, cuando se alistó en el ejército de Franco. Murió a los 69 años, en 1990, cuando Liliana rondaba la veintena.
Además del motor, el padre fue un amante del mundo del arte. Una pasión que Liliana ha heredado. En homenaje a él, la empresaria impulsó la Fundación Francisco Godia, que exhibe la colección familiar. “Su labor en el mundo de la cultura y el arte es extraordinaria. Ha invertido mucho dinero y esfuerzo”, asegura otra fuente. Economista de formación, la inversora estudió en la Royal College of Art y en la Slade School of Fine Art, ambas en Londres, y trabajó un tiempo en la casa de subastas Christie’s.
De su afición al coleccionismo le han venido parte de sus problemas con el fisco. La fiscalía la acusa de haber ocultado obras de arte que posee en sus domicilios particulares valoradas en 6,8 millones, lo que le permitió eludir, presuntamente, el pago del impuesto sobre el patrimonio.
La fiscalía la acusa de pasar como gasto de empresa el chófer y el entrenador personal, joyas y hasta un amarre en Ibiza
“Es de pestaña tiesa”, bromea otra persona que la conoce, en alusión a la cantidad de maquillaje que usa. La describe como “una buena chica” que reside en Barcelona y que suele asistir a actos sociales relacionadas con la beneficencia. “No es una persona superflua”, añade. Sus apariciones en prensa han sido para hablar de arte, o bien con ocasión de varios galardones que ha recibido, como el Premio Montblanc de la Cultura, o la Medalla Sorolla que concede la Hispanic Society of America de Nueva York, por la difusión de las artes y las letras hispanas.
Junto a su marido, a través del holding empresarial BCN Godia y otras empresas más, tiene participaciones en Abertis, y hasta junio poseían una cuarta parte del Hotel W —conocida como hotel vela— en Barcelona. Los negocios que manejan están relacionados también con energías renovables, sector inmobiliario, ITV, hoteles, seguridad privada... Lo que les ha supuesto cuantiosos ingresos. “En Cataluña está mal visto tener dinero”, lamentó Liliana en una entrevista en Economía Digital el año pasado.
Simpática, comprometida, buena persona... los piropos se suceden cuando se pregunta por su figura. “Ha delegado muchos de sus negocios en su marido”, la excusa una mujer de su entorno. Un hombre dedicado también a los negocios define a Torreblanca como “un chico listo, de Valls”. El empresario lleva una vida por todo alto, con chófer y vuelos privados. Cuando se traslada a Madrid se aloja en los mejores hoteles, y pasa largas temporadas en Puigcerdà, una zona habitual de segunda residencia de la burguesía catalana, o Ibiza. Torreblanca forma parte además del influyente grupo de empresarios denominado Puente Aéreo, un foro de opinión y reflexión que pretende debatir sobre la actividad empresarial entre Madrid y Barcelona.
Hay quien, más allá de la faceta artística, destaca el lado solidario de Liliana, que es madre de tres hijas. Godia ayuda financieramente y dedica horas de su tiempo libre a la fundación del hospital Sant Joan de Déu —dedicada a la investigación sanitaria— a la Fundación Pare Manel —que desarrolla proyectos de acción social y educativa para niños de dos barrios periféricos de Barcelona— y a una fundación de ayuda a enfermos de sida. Entre sus aficiones, caminar y leer —“siempre en papel”, según fuentes de su entorno— libros de historia o biografías de personajes históricos.
Hacienda, y después la fiscalía, acusa a Godia de hacer pasar gastos exclusivamente personales como si fueran propios de su empresa BCN Godia. La empresaria “burló sistemáticamente” el pago del IRPF durante cuatro años, entre 2007 y 2011, según el escrito del fiscal, que atribuye a la pareja 14 delitos contra la hacienda pública. De su elevado tren de vida da cuenta el hecho de que, según el fiscal, sus gastos ascienden a más de 1,5 millones anuales en todo tipo de productos y servicios: mantenimiento de la casa, chófer personal, vuelos privados, estancias en hoteles, compra de joyas, servicios de entrenador personal, equipos de gimnasia, alfombras, clubes privados, floristería e incluso un yate con tripulación en Mallorca y un amarre en Ibiza. A través de su abogado, el penalista José Ángel González Franco, Godia —que el próximo 23 de julio deberá declarar como imputada— busca una solución al conflicto judicial para pasar página y continuar con su vida como mecenas y empresaria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.