_
_
_
_
Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

La escuela indica el camino

Anatxu Zabalbeascoa

   

En Fasnia, al sureste de Tenerife, Las Eras es un pueblo de pescadores que ha crecido con viviendas unifamiliares algo deslavazadas respecto a la trama original y compacta del municipio.

Ese desorden choca con el paisaje vacío, semidesértico, que habla de sol y de fuertes vientos marinos. En ese contexto “se hace necesaria la utilización de la edificación como protección frente al medio”, explica la arquitecta Miriam Arricivita (de Amigó, Machado Arricivita Arquitectos). Así, la escuela a la que acuden los niños menores de la urbanización es, en realidad, un ejercicio de arquitectura básico, ancestral: busca proteger a esos alumnos.

El colegio es, antes que nada, un refugio que resguarda a los estudiantes de lo que ocurre fuera de él. Sólido, estable y hermético, el conjunto de edificios cúbicos se va abriendo en ventanas y patios al tiempo que se cierra a las miradas exteriores, al crecimiento desordenado del pueblo y al sol que atiza por la tarde en la fachada sur.

De esta manera, cerrado, robusto y ordenado, el colegio funciona como una isla, “como un submundo de patios, juegos y colores”.

Desde la calle y desde el final del pueblo la escuela trata de no dañar el lugar, por eso los volúmenes de las aulas se funden con el paisaje desértico hasta el punto de que parecen formar parte de una cantera, cortes minerales, excavados en la piedra. En el interior, en cambio, los colores de los suelos ayudan a los niños a identificar las diversas clases sin desubicarlos. Se trata de proteger y alegrar sin desorientar: el hormigón de las paredes de la escuela remite a la imagen pétrea que se percibe desde el exterior.

 Coste según arquitectos 1.005 euros/m² incluidos los espacios exteriores.



Comentarios

Si la arquitecta busca proteger a los niños lo ha conseguido. Se supone que los edificios son para eso, que no te mojes, que no te afecte le viento, que puedas realizar alguna actividad en el interior....etc. Estaran protegidos pero alegres y contentos ya es otra cosa, ah bueno, es suelo es de colores
...con todo mi cariño, creo que me hubiera gustado mas que hubiera intentado recrear su paisaje...:)
A pesar de que algunos ejemplos de arquitectura Brutalista han sobrevivido bien, el hormigon visto tuvo sentido en el contexto historico en que originalmente se propuso, lease Le Corbusier, los Smithson, etc. Hoy en dia esa declaracion de principios no se entiende, y por eso la mayoria de la gente relacionara este edificio con otros usos menos domesticos que los que se esperan en una escuela infantil. Otros acabados, desde la madera, al ladrillo, pasando por el enlucido o la ceramica vidriada son mas humanos como se puede ver en la obra de Aalto y otros maestros.
Aalto estar muerto no le autoriza a decir semejantes chorradas.
Me encanta este proyecto! Los arquitectos tienen un problema de comunicación (o de interpretación) de los proyectos y sus "escuelas". Las imágenes internas e externas excluyen toda la información y emoción del entorno, la climatología, el paisaje, la función humana. ¿La interpretación que se hace del proyecto de se limita al uso de un material u otro en la foto? Como si el Guggenheim de Bilbao fuera un ejemplo de arquitectura Metálúrgica.
El Guggenheim es una oda a la industria conservera. Con otras palabras : un museo no hace ciudad. La industria conservera, si...Menuda paradoja...
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_