El mundo a su alcance
Un espionaje masivo y secreto cuestiona las libertades
Entramos en una nueva era de la existencia humana en que todas las acciones digitales (ya sea por teléfono, texto, búsquedas, chateo o correo electrónico) pueden ser recogidas, buscadas y almacenadas. Las implicaciones son profundas. El ritmo del cambio tecnológico es más rápido que el de la ley o la supervisión. La fuerza de gravedad hacia la vigilancia total es tan inevitable como secreta.
Hay una justificación de seguridad clara y poderosa para el empleo de todos los medios tecnológicos disponibles que tienen potencial para seguirnos a todos, siempre. El primer deber de un Estado es proteger la vida, y los segurócratas pueden argumentar plausiblemente que la constante capacidad de avance en la interceptación significa que todos podemos dormir un poco más tranquilos.
(...)El corolario de este enfoque es que tiene que haber un completo secreto acerca de la existencia de tal capacidad. El sistema, al menos en Reino Unido, depende de una vasta infraestructura secreta, que no tiene precedentes e incluye tribunales cerrados, audiencias privadas, confidencialidad y restricciones a los medios de comunicación británicos para hablar o escribir mucho de ello. Cuanto menos debate, más felices son el Gobierno y las agencias de inteligencia. Pero tiene que haber debate. (...) Estamos creando un sistema de vigilancia total que podría traer grandes beneficios en términos de seguridad, pero que, en manos equivocadas, podría reducir severamente las protestas, la información, la privacidad y las libertades duramente ganadas de asociación y de expresión. Eso está en juego.
Londres, 22 de junio de 2013
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