"La gente prefiere el sonido de la música al de las balas"
Esta entrada ha sido escrita porÁngel L. Martínez(@AngelLMartnez) tras su visita a los campamentos saharahuis.
Estudiantes durante un taller de ingeniería de sonido de Studio-Live. Andy Coules (2)
Los acordes del tidinit se funden con la cadencia percutora del tbal mientras el canto se eleva como una plegaria mística. El haul, la unión etérea de música y poesía de la región norteafricana de Trab El-Bidan vaga por el desierto en un exilio forzoso, dando voz al éxodo del pueblo saharaui; amenazado por la ocupación y el ostracismo.
Estudiantes durante un taller de ingeniería de sonido de Studio-Live. @Andy Coules
“Cuando vivía con mi familia de acogida en España, siempre me iba a escuchar a mi hermana tocar el violín al terminar las clases. Me olvidaba de mis problemas y de la situación de mi pueblo,” cuenta Tutu Mohamed Saleh, de 21 años. De vuelta a los campamentos de refugiados saharauis, Tutú estuvo 4 años sin hacer nada hasta que conoció la existencia de la escuela de música del campamento Bojador y el proyecto Studio-Live. “Este proyecto me ha enseñado todo lo relacionado con la música: la instalación de cables, micrófonos, utilización de equipos de sonido y programas de grabación,” explica Omar Tijanie Mustafa. Como ellos, otra decena de estudiantes se están beneficiando de la iniciativa orientada a la creación de una industria musical en los campos de refugiados saharauis.
Pese a encontrarse en los primeros compases, el proyecto musical Studio-Live ha organizado ya cuatro talleres de ingeniería de sonido para los jóvenes estudiantes saharauis. “Siempre he soñado con ser ingeniero de sonido. Antes preguntaba cómo usar los equipos de música, pero con Studio-Live recibo formación por parte de profesionales,” comenta el joven de 23 años, Said Salama, quien formó parte del equipo de ingenieros que asistieron en la sonorización de los festejos por el aniversario de la creación del Polisario el pasado mes de Mayo en Tifariti.
Con el objetivo de formar ingenieros saharauis capaces de autogestionar el proyecto, la organización británica de arte y derechos humanos Sandblast administra la donación de equipos de sonido y la organización de los talleres de ingeniería. Said explica la doble ambición de Studio-Live: “Ayuda a la cultura saharaui mediante la formación de técnicos para grabar nuestra música. Con la contribución de la gente podremos crear un archivo de música saharaui y que no se pierda en el olvido.”
En una cultura tradicionalmente oral y, en un continente en el que la música y la danza ocupan un papel trascendental en la sociedad, el proyecto de empoderamiento musical también pretende preservar el patrimonio oral saharaui y su herencia cultural. “La música saharaui habla de nuestras costumbres, de los años de lucha, de la situación de los refugiados y de los derechos humanos en el Sáhara ocupado,” explica Shaia Wali. Esta estudiante refugiada de 26 años sueña con grabar a poetas saharauis para proteger la tradición oral. El primer ministro, Abdelkader Taleb Omar, resalta la importancia de un proyecto como éste: “La música y la cultura ayudan a sensibilizar a la gente. Creo que es lo que más necesitamos nosotros los saharauis porque el conflicto del Sáhara no es muy conocido, desgraciadamente.”
“La gente prefiere el sonido de la música al de las balas,” dice Fatma, la estudiante más joven del grupo. Y sentencia: “Esa es nuestra única arma. El arte es el medio para que nuestra historia llegue al mundo. La música hará que nuestras voces se escuchen fuera del desierto.”
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.