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La cuarta vida del emperador Murdoch

La Bolsa no ha temblado con la separación del magnate y Wendi Deng El anuncio se realiza dos días después de la partición de su imperio mediático La compra reciente de un viñedo en California alimenta el debate sobre la continuidad del patriarca, quemado por los escándalos, al frente de News Corp

Rupert Murdoch junto a su todavía esposa, Wendi Deng.
Rupert Murdoch junto a su todavía esposa, Wendi Deng.PETER MACDIARMID (GETTY)

Hace casi dos años, Wendi Deng saltó como una tigresa para defender a su marido, Rupert Murdoch. El magnate de la comunicación estaba declarando ante una comisión parlamentaria de la Cámara de los Comunes, en Londres, tras el escándalo de las escuchas telefónicas del tabloide News of The World, cuando un activista le lanzó a él un plato con espuma de afeitar a modo de pastel. Wendi, sentada en la segunda fila detrás de Rupert, fue la primera en reaccionar en su defensa, mucho antes que los servicios de seguridad.

Quizá por eso, el anuncio este jueves de que la pareja ha decidido separarse, apenas dos semanas antes de cumplir 14 años de casados, ha sorprendido a muchos. Pero no ha habido ningún terremoto en la Bolsa. Murdoch, escarmentado por los acuerdos de sus dos anteriores divorcios, especialmente el último, tiene las cosas atadas y bien atadas: antes de casarse con Wendi, en 1999, la pareja firmó un acuerdo prenupcial que fue renovado con dos nuevos documentos en 2002 y en 2004. La tranquilidad en el mundo financiero se reflejó con un alza del 3% de las acciones de News Corporation en Wall Street.

Pero la sorpresa no ha sido completa. Apenas un año después de que los Murdoch parecieran una pareja irresistiblemente enamorada a pesar de que ella tenía 30 años y casi todo por hacer, y él, 68 y todos los millones del mundo cuando se casaron, un reportaje publicado en The New York Times ya daba cuenta de grietas maritales. El diario neoyorquino aseguraba que la pareja llevaba una vida bastante separada e incluso dormían en distintas habitaciones. Él, concentrado en los problemas generados por el escándalo de las escuchas ilegales y reestructurando el grupo por las presiones de los grandes accionistas, preocupados por la escasa ética periodística del tabloide y por lo que consideraban insuficiente rentabilidad de sus acciones. Ella, concentrada en su carrera en el mundo de la producción cinematográfica y en seguir extendiendo su red de contactos.

Esas desavenencias fueron reiteradas semanas después por Ying Shu Hsu, una institutriz que había estado en 2004 al cargo de Grace y Chloe, las dos jóvenes hijas de la pareja, y que acabó denunciando a los Murdoch tras ser despedida. En una entrevista en la revista electrónica Gawker relató las constantes discusiones de los Murdoch: “El matrimonio no funciona muy bien. Ella siempre está gritando. Él es más tranquilo”.

Ya se sabe que los inversores son una especie que cree poco en las casualidades. Y menos aún los grandes empresarios. Todo está medido, porque hasta el último detalle cuenta. No es una casualidad que la ruptura matrimonial entre Rupert y Wendi se anunciara dos días después de que los accionistas del segundo mayor conglomerado de medios del mundo aprobaran la partición de la sociedad. Pese a su sorpresa inicial, los accionistas de News Corporation confían en que el magnate les haya blindado ante cualquier trifulca sentimental en su tercer enlace. Sobre todo después de que la segunda ruptura matrimonial, en 1999, le costara a Murdoch 1.700 millones de dólares (equivalentes hoy a unos 2.400 millones de dólares o 1.800 millones de euros), una cantidad solo superada por los 2.500 millones de dólares que también en 1999 tuvo que pagar el multimillonario Alex Willdenstein al separarse de su mujer, Jocelyn, equivalentes hoy a unos 2.200 millones de euros.

Los pormenores financieros del divorcio de los Murdoch no se conocen. Pero sí hay un detalle importante en este sentido cuando se habla de posibles planes de contingencia: las dos hijas de su tercer matrimonio no tienen derechos de voto en News Corp. Eso limita los daños para el accionista. Murdoch controla el 39,4% de la sociedad a través de un trust familiar. Su fortuna se estima en 11.200 millones de dólares, según la revista Forbes.

En el caso de Murdoch, no se espera que el divorcio tenga efectos en la operación empresarial en curso, porque está casi finalizada. En los próximos días, News Corp cotizará en el Nasdaq con dos compañías separadas, una que aglutina el negocio de edición, como su imperio de cabeceras de prensa, y otra integrada por el de entretenimiento, con la cadena de televisión y productora de cine Fox al frente. El empresario aparece en la estructura como presidente de los dos grupos.

Wendi Deng se enfrentó a los hijos de Murdoch para incluir a sus hijas en el 'trust' familiar. Tienen acciones, pero no voto

Deng tuvo un enfrentamiento hace años con los hijos de los dos matrimonios anteriores de Murdoch, para conseguir incluir a las dos niñas de la pareja en el trust familiar. Ese es el núcleo duro que permite a los Murdoch controlar los derechos de voto que marcan el rumbo estratégico de News Corp. Ella consiguió que tuvieran una participación en forma de acciones, pero sin el derecho a voto que sí tienen los cuatro hijos adultos de Murdoch.

Deng no tiene acciones del conglomerado ni está integrada en el trust familiar y ha centrado sus ocupaciones profesionales en Hollywood. Eso no quiere decir que no haya tenido influencia. Extraordinariamente hábil para crear redes de amigos poderosos, Wendi ha suavizado el carácter de Rupert, ha rejuvenecido su vestuario y, sobre todo, ha ampliado su círculo de amistades con emprendedores mucho más jóvenes tanto en edad como en perfil. Gente como el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, o como el cofundador de Twitter, Jack Dorsey.

La ruptura con Wendi Deng es la tercera en la lista de matrimonios de Rupert Murdoch. Se casó en 1956 con Patricia Booker, una azafata de vuelo de Melbourne con la que tuvo una hija, Prudence. Se divorció de ella en 1967 para casarse enseguida con Anna Maria Torv, una periodista australiana que trabajaba en uno de los periódicos del magnate, el Daily Telegraph de Sidney. El matrimonio tuvo una hija, Elizabeth, y dos hijos, Lachlan y James. Se divorciaron en junio de 1999 debido a la relación que Murdoch ya había entablado con Wendi.

Hija de un trabajador de una fábrica de Guanzú, en China, Wendi vivía en una casa modesta y era muy buena estudiante. Siendo ya una joven muchacha, conoció a un matrimonio estadounidense radicado temporalmente en China, Jake y Joyce Cherry, quienes le enseñaron a hablar inglés, la llevaron a Estados Unidos cuando tenía 19 años y costearon sus estudios en California.

Se conocieron en Hong Kong, en 1996. Ella hacía prácticas en una televisión de él. Le preguntó: "¿Por qué es tan mala su estrategia en China?"

Pero Joyce Cherry se enteró de que Wendi estaba teniendo una aventura con su marido, 30 años mayor que ella, y la echó de la casa. El marido se fue también poco después y acabó casándose con Wendi. El matrimonio duró poco: Jake se divorció de Wendi al conocer su relación con otro hombre, según explicó en su día el Wall Street Journal cuando aún no era propiedad de Murdoch.

Wendi y Rupert se conocieron en Hong Kong en 1996, cuando coincidieron en una recepción de Star TV, propiedad de él y en la que ella estaba haciendo unas prácticas. “¿Por qué es tan mala su estrategia en China?”, le espetó ella cuando decidió acercarse a saludar al magnate. En ese momento empezaron a saltar las chispas que acabarían llevando a Rupert a divorciarse de Anna Maria Torv para casarse con Wendi.

Aún es pronto para conocer las razones que ahora les han llevado a romper el matrimonio. Pese a los blindajes que separan esa relación del imperio de la comunicación de Murdoch, tanto el divorcio como la partición de la sociedad plantean la inevitable pregunta sobre la continuidad del patriarca al frente del conglomerado.

Para avivar más el debate está su última compra, que anunció a través de Twitter: un viñedo en Bel Air (Los Ángeles). Pagó 29,5 millones de dólares por la propiedad, conocida como Moraga y que perteneció desde 1959 a Thomas Jones, ex consejero delegado de Northrop Grumman. La finca tiene el exotismo añadido de que allí vivió Victor Fleming, el director de la película El mago de Oz.

Pero para que Murdoch se retire, cosa que parece muy poco probable dado su incombustible apetito de hacer cosas, primero ha de estar claro quién será su sucesor. Antes del escándalo del News of The World se daba por hecho que sería su hijo pequeño, James, pero cayó en desgracia por las escuchas y se ha concentrado en desarrollar su portafolio privado de inversiones. Todo está abierto.

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