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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Messi, de héroe a sospechoso

La fiscalía acusa a la estrella del Barça de defraudar 4,1 millones de euros

SOLEDAD CALÉS

Messi ha ocupado de nuevo las portadas de los diarios, pero esta vez no ha sido por haber conquistado un nuevo Balón de Oro o haber batido otro récord, sino porque ha sido acusado de fraude fiscal. Y, como ha podido comprobar el jugador, no es lo mismo aparecer como héroe que como villano (fiscal), y menos si es un caso destinado a tener una función ejemplarizante.

Aparte de rescatar el dinero presuntamente defraudado, la denuncia contra Messi cumple una segunda función no menos importante: recordarles a los contribuyentes, en plena campaña de la declaración de la renta, que Hacienda está ahí, vigilando, y que de la misma manera que sus tentáculos han alcanzado a Messi, pueden alcanzar a cualquiera. Eso es ciertamente así, pero solo relativamente si se tiene en cuenta el escaso éxito cosechado hasta la fecha en la persecución de un fraude fiscal que, según estimaciones del Consejo Económico y Social, en 2012 alcanzó el equivalente al 6% del PIB. La fiscalía acusa a Messi de haber defraudado 4,1 millones de euros por no haber pagado el IRPF de los derechos de imagen percibidos por el jugador al margen del sueldo que recibe del Barça, que es de 15 millones de euros anuales.

Estos derechos le reportaron entre 2007 y 2009 unos ingresos de 10,1 millones que fueron a parar, según Hacienda, a paraísos fiscales a través de diversas sociedades instrumentales. De confirmarse el delito, la cantidad defraudada podría comportar incluso pena de prisión, a no ser que medie un acuerdo judicial, o que sea el padre, a quien Hacienda atribuye la iniciativa defraudatoria, quien asuma la responsabilidad por ser él quien organizó sus finanzas siendo menor.

Aunque no faltan en Cataluña versiones que atribuyen la denuncia a una conspiración universal contra el Barça, símbolo del catalanismo, lo cierto es que si Hacienda somos todos, todos debemos estar interesados en que la agencia tributaria sea eficiente en la persecución del fraude fiscal, sea quien sea quien lo cometa. Y desde luego contribuye mucho más a la moral colectiva y a la ejemplaridad pública la persecución de los infractores que la amnistía fiscal con la que el Gobierno perdonó a miles de defraudadores que habían hecho exactamente lo mismo que Messi.

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