_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La gloria de los pobres

África avanza, aunque sea solo de un pequeño ajuste en el desigual reparto de la riqueza

Lluís Bassets

África, al fin, va como un cohete. Si es cierta, constituye la noticia del siglo. No es una información esquemática, al contrario, obliga a matizar y mirar bien los números del crecimiento, no fuera caso que sirvan para esconder problemas en vez de resolverlos. Lo más notable es que el continente olvidado atrae ahora inversiones de todo el mundo y espolea la rivalidad entre chinos y japoneses.

Veámosla al lado de otra buena noticia, esta de orden prospectivo: dentro de 17 años el mundo estará a punto de eliminar la pobreza extrema, la que sufren quienes tienen apenas un euro al día para espabilar. En las dos últimas décadas Naciones Unidas ha contabilizado que mil millones de personas han salido del umbral de la extrema miseria y quiere conseguir para 2030 que hagan lo mismo los mil millones más de seres humanos que hay en el pozo del hambre y de la indigencia. Entonces quedarán todavía cien millones de pobres de solemnidad, aunque será en África donde se acumularán estas últimas bolsas de pobreza extrema.

Desde 1990, cuando Naciones Unidas fijó la erradicación de la pobreza y el hambre para 2015 entre los llamados Objetivos del Milenio, el mundo ha sumado a la multitudinaria familia humana mil millones de seres más, justo la cantidad de miserables que aún nos quedan. No quiere decir eso que la lucha contra la pobreza sea una carrera de nunca acabar, siempre con más bocas que alimentos disponibles, tal como sostienen las tesis maltusianas. Así lo ve al menos la ONU, que ha fijado como alcanzable el nuevo objetivo, de reducir el actual 16% de pobres que tiene el mundo en desarrollo a un escaso 1,5%.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En toda esta historia un solo país juega de protagonista. China ha pasado del 84% de pobres al 10%. Ha sacado de la miseria a 680 millones. Y hay un antagonista, el mundo occidental, donde las cosas suceden al revés: regresa la pobreza, al igual que sucede con las clases medias, depauperadas en el Viejo Continente y, en cambio, convertidas en nuevas protagonistas en la educación y el consumo en África, Asia y América Latina. Con una salvedad fundamental para entender la aritmética del hambre: el umbral de la pobreza que fija Naciones Unidas no llega al euro diario, mientras que es de 48 euros en Estados Unidos y de 21,3 en España.

Al final, estamos hablando únicamente de un pequeño ajuste en la desproporcionada distribución de la riqueza que sigue favoreciendo a los países ricos de siempre. Y que tiene un corolario político: quienes pierden algo de riqueza suelen ser pesimistas y caer en el abatimiento, mientras que quienes consiguen comer y vivir dignamente por primera vez cultivan un ánimo eufórico y una voluntad de superación constante. Esa será al final su mayor riqueza, que les hará ricos de verdad un día no muy lejano. Deng Xiaoping lo dijo muy bien: enriquecerse es glorioso. No lo es ser rico de toda la vida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_