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Columna
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Los sonámbulos

El eje francoalemán no funciona por la austeridad. Y los bancos son factor de preocupación

Joaquín Estefanía

Hay veces que los medios de comunicación tienen la virtud de conectar con exactitud con un estado de opinión. Entonces aciertan y se les reconoce su calidad, su imprescindibilidad para la calidad de la democracia. Ha sido, por ejemplo, el caso de la última portada del semanario británico The Economist. En ella se ve a los principales líderes de la UE (Merkel, Hollande, Draghi, Rajoy, Van Rompuy, Barroso...) caminando al borde de un precipicio, y los califica de “los sonámbulos”.

Aunque se puede disentir de la idea de Europa que editorialmente defiende de modo tradicional el semanario, en su diagnóstico de la situación hay muchos elementos de lo que ahora ocurre en la eurozona. A saber:

—Es peligrosa la idea de que lo peor ha pasado porque en estos momentos haya calma chicha en los mercados de deuda y la prima de riesgo de muchos países tienda a bajar. Ello ha sido debido al efecto placebo de las declaraciones del gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a favor el euro. Pero los indicadores centrales de la coyuntura (sobre todo el paro) no cejan de empeorar. Y Europa, cuando permanece en la inacción, retrocede. Ello dice la historia. La calma de Bruselas, más que un síntoma de recuperación, es una muestra de decadencia.

—La zona euro necesita desesperadamente un plan de impulso. Es preciso utilizar la liquidez de unos países centrales para impulsar la inversión y el empleo (juvenil) en los de la periferia, los que más sufren la recesión. Por eso al club de todos ellos se le denomina Unión Europea. El europeísmo significa la superación de las pulsiones nacionalistas.

—De nuevo, uno de los principales factores de estrangulamiento es la banca, que no proporciona apenas crédito. Los bancos europeos necesitan fondos a toda costa. EE UU ha conseguido recuperarse antes que Europa, entre otros aspectos porque ha puesto en orden su banca para que ayude a generar actividad.

—El eje francoalemán, que es el motor de la Europa unida, no está funcionando. A la distancia entre Merkel y Hollande contribuye la idea de austeridad: mientras la primera la extrema hasta el dogma, Francia opina como Pierre Moscovici, su ministro de Economía, que ha declarado, sin duda para acaparar titulares: “Austeridad es cuando se mata al paciente”.

—Hay movimientos antieuropeístas crecientes, no solo en la derecha del espectro político sino también en la izquierda del mismo. La unanimidad sobre las bondades del euro se ha roto, y se ha abierto un debate del que conviene no orillarse.

The Economist habla de desilusión, comunidades deterioradas, vidas desaprovechadas. Y concluye rotundo: “Si a los sonámbulos les importa su moneda y su pueblo, necesitan despertarse (...) El desastre es cuestión de tiempo”. Los sonámbulos salen de la cama, caminan, pero permanecen inconscientes y son incapaces de comunicarse con los demás.

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