Paciencia monetaria
Los estímulos de liquidez deben mantenerse en una fase de desaceleración económica mundial
Muy consciente del papel dominante que la Reserva Federal (FED) ejerce en la economía estadounidense, su presidente, Ben Bernanke, alertó el miércoles en el Congreso sobre uno de los mayores riesgos que acechan a la economía del país, que es la retirada prematura de los estímulos monetarios. Tales estímulos suponen a la Fed comprar en torno a 85.000 millones de dólares todos los meses en deuda pública e hipotecaria, y mantener los tipos de interés entre el 0% y el 0,25%. Bernanke sabe que un endurecimiento monetario acabaría con su estrategia para crecer y crear empleo; también sabe que los ortodoxos de la inflación quieren acabar con la inundación de liquidez, a pesar de que en Estados Unidos está controlada. Por cierto, como en Europa. Pero los ortodoxos sostienen que si se mantiene esta relajación, tarde o temprano aparecerán burbujas en los mercados —riesgo rigurosamente cierto— y entonces estará en peligro la estrategia de recuperación.
Bernanke no alerta sobre los peligros de la retirada temprana de los estímulos porque sí. La situación de la economía mundial es compleja; podría decirse que avanza a tres velocidades. Por una parte, las tasas de crecimiento más elevadas: Asia crece más que Estados Unidos y América Latina y este bloque crece más que Europa. En general, los 10 grandes de la economía mundial crecen por debajo de los emergentes. Esta es la perspectiva a medio plazo; y todo ello en el marco de una cierta desaceleración del crecimiento, que no logra avanzar con paso firme a pesar de que ya han transcurrido cinco años desde la explosión de Lehman Brothers.
Conviene señalar las razones de este enfriamiento para entender los temores de Bernanke. Básicamente se debe a dos factores de largo recorrido. La primera causa y principal es que las economías más grandes del planeta están inmersas en un proceso de desapalancamiento, tanto en las empresas como en las familias; este esfuerzo por bajar la deuda obedece a las malas expectativas de las empresas y los consumidores. Bernanke sostiene, con razón, que los estímulos monetarios (y un presupuesto holgado, cosa que hoy no es posible por el desacuerdo entre demócratas y republicanos) deben mantenerse hasta que cambien las expectativas y los agentes económicos se decidan a invertir. Cambiar el relajamiento monetario presente por una política más restrictiva solo conseguiría ahuyentar la recuperación.
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La política de la Fed tiene en cuenta más factores que el rigor fiscal europeo; aunque no esté exenta de riesgos, tiene más posibilidades de acertar que la inspirada por el Bundesbank. Claro que EE UU cuenta con una gran ventaja: tiene una política económica para un país. Europa tiene una política económica para 15 o 27 países, según se mire. Bernanke trabaja para Estados solidarios, que cubren quiebras cuando es necesario (California); Mario Draghi camina por una senda tortuosa, en la que nadie, empezando por Alemania, está dispuesto a avalar al vecino.
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