Francia tiene que hacer reformas
Debe hacerlo a su manera, pero el país no puede eludir cambios estructurales
Presionada por Alemania y algunos otros países acreedores de la Europa del norte, Bruselas ha infligido al continente una cura de austeridad presupuestaria uniforme durante dos años. Principales afectados: los países más endeudados de la zona euro, Francia incluida. El remedio ha contribuido a asfixiar la actividad en Europa: por si hacía falta confirmarlo, ya es cosa hecha desde que el Insee de París anunciara en París, el miércoles 15 de mayo, que Francia ha entrado de lleno en la recesión.
(...) Otra vez bajo la presión de Alemania, desde hace algunos meses la Comisión ha cambiado de método, adaptando el tratamiento al paciente. Da márgenes a Portugal y España, concede tiempo a Francia: dos años para llevar el déficit de nuestras finanzas públicas por debajo del 3% del PIB, norma presupuestaria juzgada necesaria para el buen funcionamiento de la moneda única. En contrapartida, la Comisión exige reformas estructurales: la del mercado de trabajo y, para impulsar la competitividad, la reforma de la financiación del Estado de bienestar (sobre todo de las pensiones).
Francia tiene que dejarse de regateos y de escuchar los disparates de los brujos de la economía vudú. Todos los países que han reducido la tasa de paro y fortalecido su economía han pasado por ello. Debe hacerlo a su manera —y François Hollande puede tener aquí más éxito que Nicolas Sarkozy—, pero debe hacerlo. Es aterrador que no haya habido un consenso entre los dos grandes partidos de Gobierno sobre este asunto desde mediados de los años noventa.
París, 16 de mayo de 2013
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