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El patriarca de los Missoni se debate entre la vida y la muerte

El padre del diseñador extraviado en Venezuela ha sido ingresado tras sufrir una crisis cardíaca

Ottavio Missoni y su mujer, Rosita, en una imagen de 2012.
Ottavio Missoni y su mujer, Rosita, en una imagen de 2012.CORDON PRESS

Ottavio Missoni, patriarca de la casa de moda italiana con sus 92 años, ha sido hospitalizado por una crisis respiratoria y una descompensación cardíaca. Desde el martes, Missoni se encuentra en graves condiciones en una clínica de Varese, a pocos kilómetros de Milán, cerca del pueblo de Sumirago donde reside y trabaja la célebre dinastía que preside. Una estirpe de famosos, donde el afecto familiar y el genio profesional se fusionan a lo largo de una historia de 60 años, que sin embargo parece tocada por la desdicha.

Hace ya cuatro meses desde que la avioneta en la que viajaba su primogénito desapareció en algún punto del cielo de Venezuela. Vittorio Missoni, su esposa, Maurizia Castiglione, y una pareja de amigos acababan de despegar con un Britten Norman BN2 alquilado del archipiélago caribeño de Los Roques, rumbo al aeropuerto de Caracas. Pero se perdió su rastro en los radares y el mar tampoco devolvió respuestas a la misteriosa desaparición.

La coincidencia temporal es de las que revelan las ironías de la vida: 2013 tenía que ser un año álgido para las tres generaciones de Missoni, muy unidas alrededor de la empresa y del hogar. A mediados de abril, la maison celebró el 60 aniversario de su fundación y la familia el 60 aniversario de matrimonio entre Ottavio y Rosita Jelmini, que se casaron en 1953 y a la vez se lanzaron juntos a la aventura de crear prendas. Además de Vittorio, de 59 años, tuvieron otros dos hijos: Angela, que nació en 1958 y hoy es directora creativa de la firma, y Luca, de 1956, responsable técnico.

“Todo el pueblo está cerca a la familia y espera que Ottavio se recupere cuanto antes”, declaró a los medios italianos Mauro Croci, alcalde de Sumirago, la localidad del norte de Italia donde arrancó y no paró de crecer la parábola de los Missoni. Allí vivieron toda su vida, allí se hallan la mansión familiar y el cuartel general de una empresa que mezcla industria y artesanía, negocio y armonía de los afectos.

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