No somos un país medieval

Quisiera contestar a la carta ¿Qué ocurre con Grecia?, publicada el 17 de abril. No he leído el artículo del economista griego Yanis Varoufakis pero querría observar que, en general, cada individuo, incluso los expertos, tiene cierta ideología política y que muchas veces no se sabe si las opiniones de los expertos sirven hasta cierto punto a diversos intereses. Yo no soy economista y no puedo opinar si las medidas tomadas por la troika son las adecuadas, o si a largo plazo ayudarán a Grecia a superar la crisis.

Pero como ciudadana griega puedo asegurar que Grecia no es un país medieval. Está claro que hay un descenso del nivel de vida y eso, según mi opinión, debía ocurrir porque los últimos años (sobre todo a partir del año 2000) Grecia vivía con dinero prestado, gastando más de lo que producía. Con la contribución de políticos corruptos se cultivó la idea de que aquella situación podía continuar ad infinitum.

Desafortunadamente (o quizás afortunadamente), la fiesta terminó y ahora debemos adaptarnos, es verdad que de manera violenta, a las nuevas condiciones. Siendo optimista, creo que esta adaptación dolorosa nos conducirá a la reconsideración de los valores y a nuevas oportunidades.— María Malakata.