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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Patria en espera

Un Aberri Eguna sin las estridencias de antaño refleja el cambio a mejor de la política vasca

Del conjunto de discursos y declaraciones con que el PNV ha conmemorado el Aberri Eguna de este año apenas se deduce un cambio de orden o énfasis en las prioridades que planteó el lehendakari Urkullu en su investidura: la salida de la crisis con mantenimiento del estado de bienestar, el afianzamiento de la paz y el reforzamiento del autogobierno. Es cierto que este último objetivo, expresado en la consigna “nuevo estatus para Euskadi”, ha sido más aireado ahora, especialmente en los pronunciamientos del líder de ese partido en Guipúzcoa, Joseba Egibar; habría sido poco realista esperar otra cosa del día de la patria vasca, principal ocasión anual para que los nacionalistas reafirmen su legado identitario e ideológico.

Pero la política es otra cosa. La crisis económica ha llegado al País Vasco más tarde que al resto de España, pero lo ha hecho con fuerza y afectando ya a los ingresos tributarios derivados del Concierto. Para combatir sus efectos, Urkullu necesita la complicidad de las Diputaciones, dos de ellas dirigidas por PP y EH-Bildu, que recaudan los impuestos, y del apoyo de otros grupos en el parlamento vasco, pues solo cuenta con el apoyo garantizado de 27 de los 75 diputados.

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Reiteró por ello su llamamiento al acuerdo, especialmente a los socialistas, para sacar adelante los presupuestos. Pero no hizo gesto alguno hacia EH-Bildu como alternativa de recambio al desinterés aparente de Patxi López. Al revés: marcó distancias con la coalición que encabeza la izquierda abertzale y reclamó la disolución de ETA, sin prestar oídos a las excusas de la banda para no hacerlo incluidas en los dos comunicados difundidos en vísperas del Aberri Eguna.

Esa indiferencia ante las reclamaciones de ETA, pese al desacuerdo del PNV con la política penitenciaria del Gobierno, es una de las cosas que han cambiado en Euskadi. Urkullu y el nuevo líder de ese partido, Andoni Ortuzar, ni siquiera entraron a considerar la denuncia de la banda de que existió un pacto con el Gobierno de Zapatero para negociar la cuestión de sus presos, y defendieron que la responsabilidad de lo que queda por hacer es de ETA, y sin contrapartidas. No tienen sentido, por todo ello, afirmaciones como que estamos peor que nunca porque ETA está en las instituciones. Hace menos de una década ETA seguía asesinando y el nacionalismo institucional pretendía condicionar el cese de la violencia a concesiones políticas de signo soberanista como las del Plan Ibarretxe.

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