¿Paz en Turquía?
El llamamiento al alto el fuego del jefe kurdo Ocalan abre una oportunidad histórica
La importancia del llamamiento del líder kurdo Abdalá Ocalan al alto el fuego con Turquía, enemigo irreductible desde hace más de 30 años, difícilmente puede ser exagerada. Ese conflicto ha causado desde 1984 más de 40.000 muertos y comprometido decisivamente las posibilidades de Ankara en todos los ámbitos. Hace menos de un año que los choques entre el Ejército turco y los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el sureste del país eran más brutales que nunca.
Lanzar las campanas al vuelo ante el nuevo escenario es prematuro. El trágico historial del Estado turco y su minoría kurda dicta una elemental cautela, apoyada en el fracaso de otros intentos de alto el fuego y la existencia en Turquía de fuerzas poderosas que se oponen al armisticio. Pero los hechos apuntalan esta vez la dinámica de paz. Ocalan, jefe incuestionable del movimiento kurdo, encarcelado desde hace 14 años, asegura en su mensaje que es la hora de que callen las armas y hablen las ideas y ordena a sus miles de combatientes que se retiren de territorio turco al Kurdistán iraquí. Lo hace después de meses de negociaciones con el Gobierno del primer ministro Erdogan desde su celda en la isla de Imrali.
Editoriales anteriores
Asesinato en París (11/01/2013)
Turquía y sus generales (24/09/2012)
Trágica semana turca (24/10/2011)
El argumento último de esas negociaciones con sordina es el convencimiento de que ninguno de los dos bandos está en condiciones de ganar. Ni Ankara, pese a su formidable despliegue, ha podido doblegar la determinación kurda de luchar por su autonomía y el reconocimiento pleno de sus derechos; ni la guerrilla del PKK, obviamente, derrotar a uno de los ejércitos más potentes de la OTAN. Dos relevantes factores coyunturales han dado urgencia al diálogo. Uno, las elecciones presidenciales del año próximo en Turquía, en las que Erdogan necesita el apoyo del partido moderado prokurdo para llegar a la jefatura del Estado que ambiciona. El otro, Siria. El vacío de poder en el vecino país en llamas favorece la posibilidad de que los kurdos sirios establezcan una región propia en el norte, lo que acrecentaría la fortaleza regional del PKK, anatema para Ankara.
La oportunidad es histórica. Aunque nada vaya a ser fácil, el camino iniciado ayer merece ser recorrido. Ocalan es visto por la mayoría como el enemigo público número uno, y su organización, terrorista para Turquía, la UE y EE UU. Pero más profundo que el odio de muchos puede resultar el deseo de poner fin al indecible sufrimiento acumulado en una guerra de generaciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.