Megapiratería española
España, tras aprobar la polémica ley Sinde, sigue siendo un coladero para los que se niegan a respetar los derechos intelectuales
Al Gobierno se le abre un nuevo frente donde quizá menos esperaba. Estados Unidos parece dispuesto a incluir de nuevo a España en la vergonzante Lista 301, lo que equivale a decir que formaría parte, otra vez, de esos países poco menos que proscritos —con sanciones comerciales si es necesario— por su afición a la piratería en Internet.
El asunto tiene unas evidentes consecuencias diplomáticas. La Administración de Obama defiende con uñas y dientes a su industria creativa (cine, series, música, videojuegos...), lo que es completamente lógico si tenemos en cuenta que es una parte importantísima de su riqueza. Fue la presión norteamericana la que movió a Rodríguez Zapatero a lanzar la llamada ley Sinde y Rajoy ya está recibiendo ahora las amonestaciones correspondientes para que ponga en marcha las medidas necesarias para atajar esta sangría que no solo daña a la industria de EE UU, sino también a la autóctona.
¿Cómo es posible que España, tras aprobar la polémica ley Sinde y su posterior reglamento, siga siendo un coladero para los que se niegan a respetar los derechos intelectuales?
La Alianza Internacional de la Propiedad Intelectual, que es la que ha recomendado ahora que España vuelva a la lista negra, se ha percatado de lo que muchos españoles ya sabíamos: esa inveterada costumbre hispana de resolver los problemas dictando nuevas leyes es a veces un parche que solo sirve para ocupar titulares y alimentar los debates. En este caso, las cifras cantan: desde que la famosa ley entró en vigor solo se han resuelto 25 de los 361 expedientes incoados y no se ha cerrado ni una sola web. Cuando la Comisión de Propiedad Intelectual echó a andar recibió casi de antemano 300 denuncias.
Buscar nuevos procedimientos para que dicha comisión sea más ágil y efectiva será sin duda un nuevo quebradero de cabeza para este Gobierno. La cultura de la gratuidad goza de buena salud y ni siquiera saber que el fundador de Megaupload es un millonario sin escrúpulos retrae a los amantes del pirateo. España lidera el tráfico de productos de su nueva plataforma Mega. Definitivamente, a este país le hace falta algo más de sentido cívico.
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