La lista de la lavandería
Un acuerdo de liberalización de comercio entre la UE y Estados Unidos es de especial interés
Esta es una expresión que acude con puntualidad a la cita anual del estado de la nación, cuando el presidente de Estados Unidos pronuncia ante los congresistas un discurso con los principales propósitos para el futuro. La lista de la lavandería es una frase hecha inglesa que designa un largo y tedioso repertorio de temas mezclados, calcetines con toallas, camisas con pañuelos, perdidos unos en la colada, otros en la ligereza de las palabras que se lleva el viento.
Como buen tópico, esconde una verdad y una mentira. Todo discurso, también el de Obama este pasado martes, termina agregando temas desiguales, mucho de cita tan obligada como ociosa o vacía. Pero no todo lo que dijo el presidente pertenece a la lista caótica e insignificante de la lavandería política de Washington. No es así. No lo es la inclinación programática a la izquierda, con propósitos tan ambiciosos como difíciles de cumplir, pero que marcan un horizonte y un legado. Es probable que Obama consiga coronar sus esfuerzos con el éxito en política de inmigración, aunque lo es menos que suceda así en control de armas, medio ambiente o equilibrio del déficit.
La lista de la lavandería que más interesa a los europeos es la internacional, encabezada por un acuerdo de liberalización de comercio entre la UE y Estados Unidos que puede estimular nuestras deprimidas economías y estrechar el lazo transatlántico en el mismo momento en que exhiben su ambición los emergentes, con Pekín a la cabeza. Hay más cosas de interés europeo en ella, como es el caso de los drones y sus asesinatos selectivos, sobre los que Obama entró de puntillas, pero con claridad de propósitos: seguirá ordenando ejecuciones siempre que convenga a la seguridad de EE UU, pero trabajará con el Congreso para que se legisle sobre su actividad. Si no se hace, China y Rusia, además de otras potencias militares poco recomendables, querrán marcar el paso en este nuevo tipo de guerra, en detrimento de los europeos, siempre atentos a la legalidad internacional y al estado de derecho, como corresponde.
Obama propugnó la solución diplomática al conflicto con Irán sobre su programa nuclear, tal como interesa a los europeos, pero hará todo lo necesario, es decir, recurrirá a la fuerza, en el momento en que los ayatolás vayan a obtenerla. También apoya las transiciones democráticas árabes, aunque no dictará “el curso de los cambios en países como Egipto” y se limitará a mantener la presión sobre Siria ante la guerra civil en curso. Apenas tuvo una frase para una prensa internacional en la que se juega su legado presidencial: “Estaremos firmemente con Israel en la búsqueda de su seguridad y de una paz duradera”. En primavera visitará el país judío por primera vez como presidente, y también incluirá Palestina, en un viaje de enormes expectativas, justo en las antípodas de la lista de la lavandería.
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