Mohamed

Se lee y escucha a diario que es tiempo de reformas, esas que prepararán a España para un futuro más competitivo. Es lo que indican desde el corazón de Europa donde ven la luz las leyes que pasarán a marcar el rumbo de nuestras vidas. Dicha legislación persigue acabar con la responsabilidad del Estado sobre el ciudadano y desentenderse de quienes se encuentren en una situación de dependencia. Ayer lo he comprobado una vez más.

Hemos enterrado a un buen amigo (gran dependiente) y con él se ha llevado el futuro de la persona que le cuidó y acompañó en sus últimos años. Mohamed logró los papeles (nacionalidad) mediante el contrato que este amigo le ofreció como interno para cuidarle.

El muchacho se queda, ahora, sin hogar, sin trabajo y también sin paro, situándose en zona de exclusión social manifiesta.

Además de lo dificultoso que puede resultar lograr la documentación para residir legalmente en España cabe preguntarse de qué sirve el hacerlo si más tarde la desprotección social es total con respecto a quien está solo ante una situación como la descrita. A partir de hoy, Mohamed tendrá que enfrentarse de nuevo a los infiernos comunes a la inmigración, a los miles de prejuicios que todos íntimamente guardamos sobre el que (extranjero o no) amenaza con caer a las cunetas de la vida.

He ahí un ciudadano de la Unión. Dicen sus señorías que legal y con “plenos” derechos.— Juan C. Mella.