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ESCALERA INTERIOR
Columna
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Hasta nunca, 2012

Almudena Grandes
Mariana Eliano

Y del Niño tampoco vas a querer?

–¿Otra vez? ¿Pues no te he dicho ya que no?

–Hijo, no sé, como siempre has comprado…

Mira a la secretaria del director y se muerde la lengua. Se queda con las ganas de decirle que la palabra “siempre” ha cambiado de significado para su familia en los últimos meses. Todo empezó por él, y empezó en primavera, la mañana tierna y soleada en la que le bajaron el sueldo un 10%. Porque sí, porque no se podía hacer otra cosa, porque todos habían derrochado sin calcular las consecuencias, porque nadie podía seguir viviendo tan bien como antes.

–Mujer, las participaciones sólo cuestan cinco euros, y son para una buena causa…

–Que no quiero lotería, Milagros, que ya te lo dije cuando el sorteo de Navidad, que esta vez no pienso jugar ni un céntimo.

–¿Y si toca?

¿Y si toca?, repite ella para sí misma, mientras niega con la cabeza. Qué va a tocar, piensa después, si lo único que me ha tocado a mí este año ha sido un ERE a la vuelta de las vacaciones de verano. Bastante se ha arrepentido ya de haber convencido a su marido para irse al apartamento de sus suegros quince días, en agosto. Bastante le duelen las chanclas y los pareos, las cañas y las cenas del chiringuito. ¿Pero cómo iba a saberlo, cómo iba a imaginárselo, si la empresa iba bien, peor que otros años, pero aguantando el tirón, cómo iba ella a suponer que la dirección iba a agarrarse a una perspectiva negativa de beneficios para echar a 90 personas, y que su nombre iba a estar en esa lista?

–¿Y tú? ¿Quieres…?

–No, no quiero.

–Pues vamos a jugar todos.

–Bueno, pues vais a jugar todos menos yo.

Veintisiete años, un notable alto de nota media en la carrera, un sobresaliente en el trabajo de fin de máster, cinco folios del currículum rellenos a un espacio, en cuerpo 12, con todos los cursos realizados, becas y prácticas no remuneradas, artículos publicados, trabajos a tiempo parcial y actividades de voluntariado. Cuando por fin consiguió aquel puesto en el departamento de investigación y desarrollo de una empresa de componentes electrónicos, toda su familia le felicitó, le llovieron los besos, los abrazos, los sms, siete horas diarias, cinco días a la semana, 790 euros menos el 21% de IRPF, 624 euros cada mes. Y ni siquiera le quedó el consuelo de pensar mal de su jefe, porque lo primero que le dijo fue que los alemanes estaban empeñados en cerrar la filial española, que todos habían tenido que bajarse el sueldo y renunciar a la paga extra para conservar su empleo, que él había tenido que luchar a brazo partido para que le autorizaran la creación de dos plazas nuevas, y que le daban vergüenza las condiciones del único contrato que podían ofrecerle.

–Oye, que me lo he pensado mejor y no quiero el décimo.

–¿No? Pero si dijiste que te comprara…

–Ya, pero… Si es un problema me lo quedo, ¿eh?

–No, no, si mi madre quería y se me había acabado. Se lo queda ella encantada, es que, perdona, pero no lo entiendo.

–Ya, es difícil de explicar.

Ella es la única a la que las cosas le han ido medio bien, y es tan injusto que le da rabia pensarlo. Siempre fue mala estudiante, mucho peor que su hermano o, por lo menos, mucho más vaga. Por eso, y porque la única vocación que tuvo fue la de ser actriz, y no la aceptaron en ninguna escuela importante, le dio por estudiar idiomas, inglés, francés, alemán perfectos, y un italiano aceptable. Después, como España había dejado de ser un país comprensible, encontró un puesto de intérprete en una empresa pública, compatible con las traducciones juradas que sigue haciendo por su cuenta. Así, a los 24 años, empezó a ganar poco menos que su padre, y a sentirse casi culpable por su sueldo. Y cuando su familia decidió que no deseaba nada más que despedir un año de todos los demonios, que 2012 no se merecía ni siquiera el mínimo dispendio de ilusión de un décimo de lotería, decidió ser solidaria y no jugar, reservar la fortuna que el azar pudiera depararle para propósitos más justos y más útiles, mejores.

Eso es lo que deseo yo a todos mis lectores, y especialmente a mi amigo José Carlos Burillo. Ojalá 2013 les traiga, al menos, un poco de todo lo que se merecen.

 www.almudenagrandes.com

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Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

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