Portugal se reencuentra con la pobreza
El Gobierno reconoce que más de 10.000 niños llegan con hambre a las escuelas La economía del país, rescatado en abril de 2011, se contrajo un 3,1% en 2012
Sentado de brazos cruzados en uno de los largos bancos en la Gare do Oriente de Lisboa, Vítor Vieira, portugués de 43 años, espera a que se hagan las 10 de la noche. Es la hora a la que los guardias de seguridad permiten abrir los sacos de dormir y desdoblar sus mantas a las cerca de 60 personas que se preparan para pasar la noche en el subsuelo del enorme y moderno edificio. La estación de trenes, ubicada a orillas del Tajo, fue construida para la Expo Internacional de Lisboa de 1998. Eran los “buenos tiempos”, cuando Vieira todavía pensaba que volver de Alemania había sido la mejor decisión.
Sus padres, huyendo de la pobreza, lo llevaron a Berlín cuando tenía un año y aún recuerda su infancia en el barrio de Konizplatz, donde jugaba con otros niños hijos de inmigrantes portugueses mientras el matrimonio trabajaba en una fábrica de estufas eléctricas. Entonces no imaginaba en qué medida las decisiones que se toman en esa ciudad afectarían su vida en Portugal varias décadas más tarde. Desde que el país ibérico pidió el rescate en abril de 2011, la austeridad que la troika del Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo exige a Lisboa ha agravado la recesión y el desempleo, que superó el 15% en 2012.
Portugal entró en la Unión Europea en 1986 —junto con España— y comenzó a “converger” con los países más desarrollados del bloque, explica en su oficina João Ferreira do Amaral, economista del Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG). “En cambio, la adopción de la moneda única y el ingreso de los países de Europa del Este hicieron que la primera década del siglo fuera de divergencia”, añade Ferreira, que afirma que en esos años se destruyó la estructura productiva del país por la competencia de los productos de esos Estados como los textiles y por la imposibilidad de devaluar la moneda para dar competitividad a las exportaciones. Sumados al crédito barato, esos fueron, según el economista, los ingredientes de la crisis de deuda que convirtió a Portugal en el tercer país europeo en pedir ayuda internacional.
El sin techo de la Gare de Oriente trabajó algunos años como cerrajero y luego como empleado de una fábrica. Ganaba “muy bien” pero nunca tuvo un contrato formal, por eso cuando la empresa cerró en octubre de 2010 no pudo cobrar el seguro de desempleo mínimo, de 419,22 euros. Las medidas de austeridad que la troika ha exigido a Lisboa como contrapartida por los 78.000 millones de euros del rescate se han traducido ya en una menor duración de esa prestación: la mínima de nueve meses se redujo a cinco y la máxima, de 38 a 26. El número de personas que lo necesitan, en cambio, se ha disparado con la crisis.
La tasa de desempleo, que era del 8,5% en 2008, subió al 15,5% en 2012 y se prevé del 16,9% este año, según la Organización para la Cooperación y el desarrollo Económico (OCDE). “Para una persona de más de 30 años es imposible conseguir un trabajo en Portugal”, asegura Vieira, que antes de ir a dormir a la estación ayuda a los conductores a encontrar un sitio donde aparcar para ganarse algunas monedas. Pero para los jóvenes la situación tampoco es sencilla.
João Silva tiene 25 años, habla inglés y francés, estudió Periodismo y Ciencia Política y está terminando un doctorado en Urbanismo. Es además uno de los coordinadores del nuevo Movimento Sem Emprego, que suele convocar a cientos de jóvenes desempleados para manifestarse contra la austeridad en las calles de Lisboa. En un bar céntrico de esa ciudad cuenta que el día anterior tuvo una entrevista de trabajo para un call center. Es la primera en muchos meses pero no se hace ilusiones. “El problema es que no sé mentir. Muchos de mis compañeros quitan de su currículo los posgrados para no estar sobrecualificados, pero yo no lo hago”, explica. Silva no duda de que la alta tasa de desempleo joven, que superó el 36% en 2012, es una consecuencia de los recortes, que comenzaron con el Gobierno del socialista José Sócrates y continúan con el de centro derecha de Pedro Passos Coelho, en el poder desde junio de 2011.
La austeridad ya ha tenido un impacto significativo en la tasa de pobreza, según afirma Sandra Faría, directora de la Red Europea Anti-Pobreza de Portugal. “El propio Gobierno reconoce que más de 10.000 niños llegan con hambre a las escuelas públicas, algo impensable hace pocos años”, cuenta. Entre las políticas que explican la caída del consumo, la destrucción del empleo y el regreso a las tasas crecientes de pobreza, Faría destaca el descenso de la inversión pública, el aumento de impuestos y tarifas de electricidad, la bajada de salarios a los funcionarios públicos y el recorte de las pensiones a los jubilados.
En el restaurante de la Rua de Santo Antão que tiene António Ferrer desde hace 30 años, las consecuencias del memorando de la troika se sienten a diario. “La gente ya no sale a comer. O no tienen dinero o no lo quieren gastar, y así estamos”, dice mientras señala las mesas vacías en el enorme salón. Además de sufrir el desplome del consumo, en su negocio tuvo que aplicar la subida del IVA, que para el sector gastronómico pasó del 13% al 23% a finales de 2011. Los 14 empleados del restaurante conservaron su empleo, pero Ferrer dejó de pagarles los días festivos y las horas extras.
Arménio Carlos, secretario general de la Confederación General de Trabajadores Portugueses, la principal central sindical del país, que convocó dos huelgas generales en 2012, advierte de que es necesario romper el acuerdo con la troika para evitar que Portugal siga el camino de Grecia, que está en recesión desde 2008. La OCDE afirma que la economía portuguesa, que se contrajo un 3,1% en 2012, volverá a caer en un 1,8% en 2013. “El presupuesto aprobado destruirá la economía y promoverá más exclusión y hambre”, denuncia el sindicalista, que pide al Gobierno que renegocie con la troika la deuda del país y los plazos para cumplir el objetivo de déficit, fijado en 4,5% para 2013.
Más recortes, más exclusión
El plan con el que el Gobierno planea lograrlo incluye una brutal subida de impuestos, que en general significará la pérdida de una mensualidad para cada trabajador; una tasa petrolífera que hará subir el precio de la gasolina y la privatización de la aerolínea TAP y la empresa de Correos CTT. Passos Coelho anunció el 12 de diciembre que las indemnizaciones por despido procedente se reducirán de 20 a 12 días, aunque no precisó cuándo se concretará la medida. El Ejecutivo tampoco ha explicado cómo recortará 4.000 millones de euros adicionales entre 2013 y 2014, un tijeretazo extra que acordó con la troika después de que se aprobará la ley de presupuesto.
João Ferreira, el economista del ISEG, coincide con Carlos en que la sociedad no tolerará mayores sacrificios. “Si se concretan esas medidas la tensión social va a ser insostenible”, afirma Ferreira, que recuerda que en la últimas manifestaciones de Lisboa se observó una violencia sin precedentes en la democracia portuguesa. Carlos insiste en que la principal consecuencia será el agravamiento del desempleo y el horizonte de recesión y recortes interminables.
En la Gare do Oriente, Vítor Vieira no duda de que va a tener más compañía en la estación. “Con los nuevos ajustes, vamos a ser muchos más”, afirma. Pero lo que más le aflige es la falta de esperanza. “Lo terrible no es dormir en la calle, sino el no saber si estaré aquí dos meses o dos años”.
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