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Tribuna
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El nuevo “señor Europa” de China

Li Keqiang está ya destinado a ser el futuro negociador con los principales responsables de las instituciones de Bruselas

En noviembre, los nuevos dirigentes chinos establecieron la nueva jerarquía del Partido Comunista. Los puestos del gobierno se llenarán en marzo del próximo año.

Europa dice adiós a Wen Jiabao para saludar a Li Keqiang, futuro primer ministro y nuevo número dos chino; un ascenso en comparación con Wen Jiabao, que ocupaba el tercer puesto en el escalafón. A partir de marzo y durante el próximo decenio, Li estará presente en las principales reuniones entre la UE y China.

Conocedor de la tradición legal británica, algunos tienen esperanzas de que sea un reformista político (y sus primeras declaraciones oficiales han subrayado la necesidad de nuevas reformas), si bien su historial también muestra que es un cauteloso funcionario del Partido y que tiene el legado de la epidemia de sida en algunos pueblos por un programa de donación de sangre contaminada que empañó su periodo en Henan.

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No obstante, Li sube a la cima con una formación legal que contrasta con la de los ingenieros que constituyen la dirección saliente. Se le considera el protegido de Hu Jintao; es de la misma provincia y tuvo los mismos comienzos, en la Liga de los Jóvenes Comunistas. Eso podría aislarle entre los nuevos dirigentes, casi todos ellos seguidores de Jiang Zemin.

Entre sus prioridades como primer ministro está la de dirigir un cambio en la economía

Li Keqiang está ya destinado a ser el futuro negociador con Europa. En mayo de este año, emprendió su primer viaje a Bruselas para hablar con los principales responsables de las instituciones de la UE. Como saludo y presentación, escribió un artículo en The Financial Times en el que expresaba sus “grandes esperanzas” de cooperación con la UE. Pero Li va a necesitar más que esperanza para que las cosas funcionen.

Li hereda una relación muy alejada de la época dorada de Wen Jiabao, en 2003, cuando China y Europa echaban flores a una relación estratégica entre dos interlocutores que compartían opiniones y responsabilidades de gobernanza mundial. La relación se atascó a propósito del embargo de armas y se convirtió en una tensa sucesión de pulsos por motivos comerciales. En materia de gobernanza mundial, la UE está dándose cuenta de que tiene enfrente a una China poderosa y que no está dispuesta a difuminarse sin más en el orden mundial existente. China elabora sus propios criterios para la ayuda económica a África y otros lugares, dirigida por el Banco de Desarrollo de China, cuyo papel como prestamista rivaliza ya con el del Banco Mundial. En cuestión de derechos humanos, en a ONU, China ha cambiado las tornas y ha logrado que sus posturas tengan seguidores con tanta frecuencia como las de la UE.

En cierto sentido, este enfriamiento podría ser un buen punto de partida para Li. Las expectativas no están infladas. Además, ambas economías se encuentran en momentos de transición. La UE sigue debatiéndose en plena crisis y, por consiguiente, absorbiendo menos exportaciones chinas. Entre las prioridades de Li como primer ministro estará la de dirigir un cambio de marcha en la economía china. El modelo actual, con inversiones estatales y en el que las exportaciones son el motor, ha perdido fuerza. El deseo de reforma económica de Li quedó claro cuando se atrevió a que se asociara su ombre con el informe económico sobre China 2030, bajo los auspicios del Banco Mundial. En él se enumeraba la larga lista de tareas que aguardan al nuevo primer ministro para que China logre evitar la trampa de los países de rentas medias. Los europeos deben colaborar con Li Keqiang y apoyar sus pasos hacia la reforma.

Los inversores del gigante asiático compran todo tipo de productos en el viejo continente

Es decir, Li conoce los inmensos retos y está empeñado en conseguir un desarrollo y una urbanización sostenibles. Cheng Li, de la Brookings Institution, señala que Li tiene “un firme interés por ámbitos nuevos como la vivienda asequible, la seguridad alimentaria, la sanidad pública, el cambio climático y la energía limpia y renovable”. Son temas que encajan muy bien con las prioridades de la UE. Ya en su época en la provincia de Liaoning, Li empezó a interesarse por las aptitudes europeas en gestión de aguas; la UE dirige un programa medioambiental en el río Liao. Pero la Unión Europea debe deshacerse de su mentalidad de ayuda al desarrollo y poner en marcha esta cooperación con un espíritu de asesoramiento que ofrezca oportunidades conjuntas de crecimiento y no meras limosnas.

Li heredará asimismo una interdependencia incipiente y recién descubierta entre la UE y China en materia de inversiones. Antes, eran los europeos los que invertían en China. En los últimos tiempos, la combinación de la estrategia china de salir más al mundo y las rebajas de temporada fomentadas por la crisis del euro ha hecho que las adquisiciones en Europa se hayan convertido en una propuesta atractiva. Ahora los inversores chinos compran de todo en el viejo continente, desde el fabricante sueco de automóviles Volvo hasta infraestructuras y servicios como el aeropuerto de Heathrow, Thames Water y el sistema portuario griego. Cuando los portugueses encienden el interruptor, el principal proveedor de electricidad del país funciona gracias a capital chino.

Para sostener esta nueva explosión inversora, los chinos quieren una mejor protección de su dinero. Por su parte, Europa debe trabajar con Li para que haya una “segunda apertura” de la economía china, que coincidiría con el propio objetivo chino de depender más del poder adquisitivo y el crecimiento internos y de un plan mundial para reducir los desequilibrios económicos. La UE debe esforzarse en lograr que las empresas europeas tengan mejor acceso al mercado en China, a cambio de comprometerse a protejer más las inversiones chinas en Europa; ambas cosas podrían quedar consagradas en un tratado sobre inversiones.

En resumen, las inversiones constituyen el ámbito en el que hay posibilidades de conseguir un gran pacto entre la UE y China en los próximos años y un terreno que Li debe aprovechar.

Jonas Parello-Plesner es investigador titular sobre políticas en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y coautor del libro de debate recién publicado China 3.0, sobre cómo comprender la nueva China, disponible en www.ecfr.eu

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