Mil cosas que decir: infancia y derechos humanos
Esta entrada ha sido escrita por Yolanda Román (@stricto_sensu), experta en derechos humanos e incidencia política. Trabaja en Save the Children.
Ilustraciones: ©Íñigo Navarro Dávila
“No es normal que una niña de 12 años tenga que dormir con el móvil y algo de dinero debajo de la almohada por si pasaba algo y tenía que salir corriendo (…), se puede ser adulto durante mucho tiempo, pero no se puede ser niño más que una vez, y a mí no me han dejado serlo”.
Se llama Cristina, tiene 17 años y las ideas muy claras: le han robado la infancia. Pocas veces en mi vida me ha conmovido tanto un testimonio. Tan claro y elocuente. Tan sencillo y sentido.
Cristina ha sido doblemente maltratada desde pequeña y durante años. Por su madre, que le insultaba y le pegaba, provocándole ataques de ansiedad. Y por la justicia, que la ha ignorado y despreciado, generando en ella frustración, impotencia y dolor.
“Hace no mucho tuve un juicio, y cuando pregunté si podía hablar me dijeron que no, que ya había hablado mi padre por mí. Eso no puede ser, cualquier persona con dos dedos de frente sabe que no coinciden dos personas, ni dos mentes; mi padre no soy yo, mi padre puede decir algo, que aún que se parezca, no tiene que ser lo que yo quiero decir. Quiero decir mil cosas y no me dejan decir ninguna, por el simple hecho de que soy menor”.
¿Se puede decir más claro? Cristina sólo pedía que la escucharan, que la conociesen antes de que un juez tomara decisiones que afectarían profundamente a su vida y a su futuro. ¿Les parece que eso es mucho pedir?
Save the Children presenta hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, su informe “Infancia y Justicia: Una cuestión de derechos”. El informe denuncia la falta de medios humanos, materiales y legales para garantizar el respeto de los derechos de los niños en los tribunales españoles. La justicia española no trata bien a los niños. Casi nunca les escucha y en ocasiones no les protege adecuadamente. Además, el contacto con los tribunales suele resultar en una experiencia traumática, dolorosa y revictimizadora para ellos, tanto en procesos civiles como en el ámbito penal, especialmente cuando son víctimas de algún delito.
Uno de los derechos más importantes que las normas internacionales reconocen a los niños y a las niñas es el derecho a expresar libremente su opinión en todos los asuntos que les afectan, así como a ser escuchado en los procedimientos judiciales o administrativos en los que participen. Demasiado a menudo, ese derecho no se respeta en España. Puede parecer una cuestión menor -al fin y al cabo, en general escuchamos muy poco a los niños-. Sin embargo, cuando la justicia no les escucha adecuadamente no sólo les causa dolor y frustración, sino que puede ponerles en situaciones de desprotección y condicionar dramáticamente su futuro. ¿Se acuerdan del caso de Andrea que les conté aquí mismo hace unos meses?
El Gobierno ha anunciado y puesto en marcha una serie de reformas que afectarán profundamente al funcionamiento de la Administración de Justicia en España. Una vez más, los niños son los grandes olvidados de esas reformas que deberían servir para garantizar, como una prioridad absoluta, los derechos de la infancia en el ámbito judicial. No puede haber nada más importante para las instituciones que asegurar la protección y el bienestar de los niños.
“Sé perfectamente qué es lo primero que voy a hacer al cumplir los 18: ponerme a llorar, porque será la primera vez que me podrán tomar en serio”.
Y ahora, díganme: ¿cómo le explicamos a Cristina que los derechos de los niños también son derechos humanos? Aunque ya sea demasiado tarde, escúchenla. Tiene mil cosas que decir.
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