Solo queda Europa
Alemania manda, es cierto, pero nada funcionará en el futuro si solo es Alemania quien manda
Ya sabemos quiénes van a dirigir la salida de esta crisis desde Washington y Pekín. No sabemos en cambio quién va a hacerlo desde Bruselas, y en nuestro caso, el de los europeos, nuestra ignorancia es mayor porque no sabemos dos cosas más: si de verdad queremos y estamos dispuestos a hacer lo que conviene para salir de la crisis; y si queremos salir juntos. Aunque lo que contará al final es lo más simbólico, y es que no sabemos, a diferencia de estadounidenses y chinos, quién nos va a dirigir en este fenomenal viraje geopolítico en el que estamos metidos desde hace cuatro años al menos.
Las elecciones en EE UU resolvieron algunas incógnitas. Sabemos que hay un presidente con una gran ambición política, dispuesto a recuperar la agenda perdida de su primer mandato. También que las ideas de la fiscalidad mínima y del Estado ausente tan caras a los republicanos han fracasado en las urnas. Nos queda por saber si Obama sorteará el abismo fiscal anunciado para enero, cuando se producirá una subida automática de impuestos y un drástico recorte del gasto público de efectos recesivos inmediatos, a menos que republicanos y demócratas consigan un pacto presupuestario. Si el presidente reelegido fracasa, todo el planeta lo notará porque quien debiera tirar de la economía se convertirá en un lastre.
Las elecciones opacas y secretas que se están celebrando en el 18º Congreso del Partido Comunista de China, con el nombre del nuevo presidente conocido de antemano, también serán trascendentales para todos nosotros, pero nos costará bastante tiempo y esfuerzo conocer la nueva correlación de fuerzas y los consensos sobre los que se armarán las nuevas políticas. Xi Jingping, el nuevo líder, pertenece a la tendencia más favorable al mercado, que va a relevar a Hu Jintao, menos liberal. Si su economía no se mantuviera en buenos y sostenibles niveles de crecimiento, todo el mundo lo notaría.
La única elección relevante que se espera en Europa, donde se ha instalado ahora el ojo huracanado de la crisis, es la que se celebrará el otoño próximo en Alemania. La quiniela dice que los socialdemócratas entrarán en una gran coalición para hacer de nuevo políticas de crecimiento, después del calvario rigorista impuesto por Merkel, nuestro abismo fiscal. Alemania manda, es cierto, pero nada funcionará en el futuro si solo es Alemania quien manda y si los europeos no somos capaces de dotarnos de estructuras de gobierno para el euro, banca, impuestos, presupuestos y quizá más cosas.
Mientras no lleguemos a tener estas estructuras, probablemente con un presidente europeo a la cabeza, no habrá más remedio que envidiar la capacidad de reinventarse de EE UU en cada elección y la previsible y pragmática estabilidad con que se fraguan los consensos ideológicos y se efectúan los relevos generacionales en la insondable cúpula del poder chino.
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