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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Adelson? Lo que sea menester

Por mucho que España necesite inversiones extranjeras, no pueden otorgarse a Eurovegas facilidades que atenten contra los intereses públicos

SOLEDAD CALÉS

El 50% de los jóvenes de la localidad madrileña de Alcorcón querrían trabajar en Eurovegas, según datos del canal de televisión Odisea, que dedica una serie de programas al juego. Se trata de otra consecuencia de la expectación levantada por el empresario Sheldon Adelson, vista la confianza que las autoridades depositan en sus proyectos y la facilidad con que encuentran hueco en sus agendas, a fin de recibir al inversor para lo que sea menester.

En su última visita, de poco más de 24 horas, Adelson se ha encontrado con personas tan principales como el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y su antecesora en el cargo, Esperanza Aguirre. Poco se sabe de lo tratado y sigue indecisa la localidad en que podría situarse el macrocentro de ocio y casinos, pero el discurso oficial ha variado levemente. Ya no se trata de ofrecer a Adelson “condiciones especiales”, sino a “los que vengan a hacer un proyecto como el de Adelson”, en palabras del presidente madrileño, que también evoca la convocatoria de un concurso para “darle transparencia a este proyecto singular”.

Después del camino andado junto al millonario, los nuevos condicionantes suenan a cobertura legal. Más interesante sería precisar quién va a poner el dinero. Si Adelson aporta un tercio de un proyecto para el que se barajan cifras de entre 17.000 y 20.000 millones, o bien el proyecto se reduce sustancialmente o necesitará mucha más financiación. Eurovegas no costará nada a los contribuyentes, asevera el secretario de Estado de Comercio, tan seguro de que la inversión será privada “al 100%” como de que “tendría sentido” permitir zonas de fumadores.

Sin duda, España necesita inversiones extranjeras. Sin duda hay que crear empleo. Pero no al precio de que las autoridades den la impresión de correr tras una suerte de rey Midas, en vez de dar la sensación de asegurar el predominio de los intereses públicos. Los cambios legales y las facilidades exigidas por el millonario muestran la necesidad de permanecer vigilantes para que la crisis económica no debilite más al poder político.

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