Por qué Julio no debería cantarle a Teodoro
Esta entrada ha sido redactada por nuestro colaborador habitual Alex Prats (@alexpratstweets).
Julio Iglesias, actuando en Malabo el pasado lunes. /RAFAEL H. TOLEDANO
Reconozco que hoy he empezado mal el día.
Me encuentro en Buenos Aires, donde esta semana he participado en un encuentro regional sobre fiscalidad y desarrollo organizado por la Fundación SES y la Red de Justicia Fiscal de América Latina y el Caribe. Un buen lugar, Argentina, para dialogar con más de 20 organizaciones de América Latina sobre lo que aquí se ha hablado, pues el gobierno de este país es de los pocos que están levantando la voz contra el escándalo de los paraísos fiscales.
Pero en fin, a lo que iba. Hoy he empezado el día leyendo una noticia sobre el reciente concierto de Julio Iglesias en Guinea Ecuatorial. No solamente eso, sino que además no he podido resistir la tentación de ver este video.
¿Por qué me hago esto, me he dicho? ¿Por qué no hacer como si no hubiera visto nada y me voy a visitar el Café de Madres de la Plaza de Mayo? De hecho, esta semana, las Abuelas de Plaza de Mayo han anunciado la restitución de la nieta 107. ¿Qué mejor motivo que este para hacer una visita y celebrarlo?
Pero no. Justo al lado del ordenador tenía un informe que la organización Global Witness publicó en marzo de 2009. He mirado el índice. Capítulo 4 del informe: ‘Barclays y Guinea Ecuatorial’. Mal vamos.
Guinea Ecuatorial tiene algo más de 720.000 habitantes, obtuvo en 2010 una renta per cápita de 34.943 dólares, superior a la de Japón, Francia y España, pero sin embargo, más del 75% de la población vive con menos de 2 dólares al día. Pero a Julio Iglesias le da lo mismo, él se permite decir, con el Presidente Obiang en primera fila, que se ha quedado maravillado del progreso que ha visto en el país.
El informe de global Witness proporciona datos precisos de algunas de las compras efectuadas por la familia Obiang en los últimos años. Por ejemplo, 4,5 millones de euros gastados en coches de lujo durante la última década. El informe también ofrece las pruebas sobre la procedencia de esos fondos, depositados en cuentas bancarias de Barclays, Banque Nationale de Paris (BNP Paribas) o HSBC.
Julio Iglesias se ha equivocado. Su concierto ante oficiales corruptos que están robando de forma tan visible a su población es una vergüenza. Pero resulta que es todavía mucho peor lo de los bancos, cuya irresponsabilidad facilita la corrupción a gran escala y contribuye a que millones de personas sigan viviendo en la pobreza.
Los bancos deben tomarse en serio su obligación de realizar auditorías sobre sus clientes siempre que haya indicios de que los fondos depositados en sus cuentas pueden proceder de la evasión fiscal, corrupción u otras actividades criminales. Y cuando esas auditorias no permiten identificar correctamente quien es el beneficiario último y efectivo de los fondos, el cliente debe ser rechazado. Finalmente, se deberían hacer muchas más esfuerzos para reforzar y velar por el cumplimiento de la Convención contra la Corrupción de Naciones Unidas y las Recomendaciones del Financial Action Task Force contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo.
No se podía esperar mucho más de Julio Iglesias, ya sabemos que es también un buen amante de los paraísos fiscales. Pero sí debemos exigir una mayor transparencia bancaria y financiera para que miles de millones que hoy se pierden de forma ilícita puedan ser utilizados en la lucha contra la pobreza.
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