Una urgencia llamada futuro: la infancia del Sahel
Última de 5 crónicas de una cooperante desde el terreno. Por Yolanda Román (@stricto_sensu)
Escribo desde Dakar, llevo aquí ocho semanas y estoy a punto de terminar mi misión con Save the Children en la emergencia del Sahel, donde 18 millones de personas viven al borde del abismo del hambre.
Preparo las maletas para volver a casa y diluvia en Dakar. Con el ánimo aturullado entre las ganas de volver y la pena de partir, me pregunto si podré llegar al aeropuerto. Con lo que ha llovido y sigue lloviendo, no necesito salir a la calle para saber que está todo inundado. En esta y en otras ciudades africanas, las inclemencias del tiempo sirven para poner de manifiesto la negligente precariedad de las infraestructuras urbanas. Mientras espero a que escampe, pienso que he salido bastante airosa de mi primera experiencia en África.
Con la misma determinación insensata, hace un par de días me paré delante de un paso de peatones esperando que el tráfico se detuviera para permitirme cruzar una transitada avenida. No sé en qué estaría pensando, pero más por costumbre que por convicción, me quedé allí plantada un buen rato mientras un grupo de chiquillos se desternillaba de risa ante mi vano afán, mofándose de mí abiertamente.
Se dice a menudo que los niños son el futuro. No me gusta esa expresión. El futuro de los niños es ahora, ¡ahora mismo! Se escribe al tiempo que estas líneas y ya nos hace señas a lo lejos, ¿no las veis?. Es ahora cuando podemos definir cómo será. Puede ser un futuro de igualdad y oportunidades. Sí, es posible si lo apuntalamos firmemente protegiendo a los niños y las niñas de acuerdo con tres derechos fundamentales: la supervivencia, la educación y la participación. Pero para ello es imprescindible que la protección y el bienestar de la infancia se conviertan de una vez por todas en la prioridad de las agendas de la cooperación para el desarrollo.
Estoy a punto de volver a España y recuerdo que el Gobierno español pronto presentará el próximo Plan director de la cooperación española 2013-2016, ¿será por fin la infancia una prioridad de la política exterior y de cooperación en España?
Una apuesta clara en ese sentido sería un acierto político y estratégico: la inversión en infancia es la más barata, la más eficaz y la más rentable, y es la mejor manera de garantizar el desarrollo de los países beneficiarios de la ayuda internacional, en los que alrededor del 60% de la población son niños y niñas. De momento, yo vuelvo a casa con el recuerdo esperanzador de las risas de los niños. Unas risas que son una llamada de urgencia. Como un dedo que señala interrogante el horizonte ético de la humanidad: el futuro urgente de los niños y las niñas.
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