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Wert y la indiferencia

Me disponía a escribir una nueva nota para CONTRAPUNTOS, cuando una entrevista del Ministro de Educación español, José Ignacio Wert, me dejó literalmente petrificado: “Es un error que todos vayan despacio para que algunos no se queden atrás”.

En España, evidencias sobre los desatinos provocados por la política educativa del gobierno conservador no faltan. Tampoco, declaraciones torpes y descuidadas de un ministro al que le gusta anticipar sus decisiones con exabruptos verbales. El punto negativo de todo esto son las consecuencias desastrosas que, en materia democrática, se ciernen sobre la educación española. El punto positivo, si es que así podemos considerarlo, es que la vocación del ministro Wert por hacer un uso abusivo de la palabra, pone en evidencia lo que hoy está en juego en España. Se trata de algo bastante más serio que los catastróficos cortes del gasto público social, el cierre de cursos, la pérdida de empleo para miles de docentes y el aumento desmedido de las tasas y cuotas escolares. Se ha puesto en juego en España una arquitectura cultural, una ingeniería ideológica que, por detrás de argumentos tecnocráticos y supuestamente eficientistas, aspira a desmantelar los fundamentos de la escuela pública, sus principios, su razón de ser, su enorme potencial democrático. Se ha iniciado en España algo más que un juego de sumas y restas para equilibrar las cuentas públicas, algo mucho más serio que una nueva (y seguramente inacabada) ley de educación o una nueva (y nunca implementada) reestructuración curricular. Se ha iniciado en España un proyecto que aspira a fundar un nuevo sentido para la educación o, dicho en otras palabras, un nuevo sentido para el futuro: una nueva herencia. Esto, creo, es mucho más peligroso que el prêt-à-porter del ajuste fiscal y sus incontrolables tijeretazos sobre el presupuesto público.

La frase del ministro Wert no logra esconder por detrás de su verborragia reformista, la firmeza de una intimidación, un aviso.

El ministro José Ignacio Wert / Uly Martín, El País.

Wert dispara en dos direcciones: hacia la llamada “gente común” (aquella que aspira que a sus hijos les vaya bien en la escuela como una precondición para que les vaya bien en la vida) y hacia los profesionales de la educación o a todos aquellos que defienden el derecho a una escuela común, pública, democrática e igualitaria. A los primeros, trata de explicarles cómo funciona, en definitiva, la vida: unos triunfan, otros fracasan. Trata de explicarles que resulta un falso gesto de generosidad que la gente poco lista determine el ritmo de aprendizaje y los intereses educativos de “todos”. La ineptitud o la holgazanería de algunos no pueden perjudicar al “conjunto”, parece sostener el ministro Wert. Cada uno, en definitiva, debe aspirar a correr la carrera del conocimiento a su manera: algunos llegarán primeros, otros últimos, como en la vida. Lo cierto es que el ritmo de marcha lo fija cada uno en virtud de sus capacidades y su esfuerzo. Como el sentido común indica, en la vida las personas progresan gracias a sus méritos. Es por lo tanto injusto y desatinado que el mérito de unos no se vea recompensado por la pereza de otros. ¿Cuál es la razón por la cuál los más rápidos deben esperar a los más lentos? Por otro lado, ¿esperarlos para qué? ¿Qué tienen que hacer juntos los lentos y los rápidos?

Wert trata de escudarse en la sabiduría convencional, aquella que suele brindar inmunidad a los políticos conservadores y obsesionados por combatir las políticas igualitarias: el efecto de contagio en las instituciones educativas siempre se produce en dirección a la mediocridad y a la falta de competitividad. Los malos contaminan a los buenos y, por eso, parece sensato separarlos. El ministro no aclara quiénes son esos “algunos” que acostumbran a quedarse rezagados, aunque esto, la gente común ya lo sabe: los pobres, los inmigrantes, los que tienen “dificultades de aprendizaje”, los que vienen de familias “problemáticas”.

Es curioso que la frase del ministro Wert resulta incoherente en términos lógicos. Y, aunque la coherencia suele no ser un atributo que los políticos aprecian, vale la pena señalar que el uso de “todos” para contraponer a “algunos” es un recurso lingüístico que, en términos literales, carece del menor sentido. Si ya hay “algunos” que se quedan atrás, entonces los que siguieron su camino a ritmo rápido no son “todos”, sino los que sobraron. La frase correcta debería ser: “Es un error que algunos vayan despacio para que algunos no se queden atrás”.

¿Por qué Wert usa el “todos” si está haciendo referencia a “algunos”?

Sin ánimo de someter al ministro a un examen psico-linguistico con tan precarias bases científicas como sus opiniones, creo que se trata de ostentar un recurso discursivo muy habitual en los políticos conservadores: confundir los intereses de una minoría con los intereses de la totalidad de la población, así como las acciones o demandas de las mayorías con caprichos arbitrarios de un pequeño grupo de privilegiados. “Todos” aquí son los mejores. “Algunos”, los peores. Lo que el ministro Wert quiso decir es que: “en la sociedad española, es un error que unos pocos se perjudiquen porque la mayoría marcha a ritmo lento”. La frase, sin lugar a dudas, sonaría muy poco atractiva en una país que tiene un cuarto de su población infantil en situación de pobreza. Para Wert, los pequeños más listos no tienen por qué hacerse cargo de que haya hoy en España más de 2.200.000 niños y niñas pobres, quienes, portando la mochila de su pobreza, marchan a ritmo lento. Wert llama a los que les va bien en la vida, “todos”. A los otros, a los que viven el infortunio de una crisis económica que no han generado pero que los tiene entre sus más dolorosas víctimas, “algunos”.

En el Estado español, según datos de UNICEF, el número de niños y niñas que viven en hogares con todos sus miembros desempleados, aumentó 120% entre el año 2007 y el año 2010. Un número que sigue creciendo y que, en las actuales condiciones de ajuste económico, aumentará dramáticamente. ¿Por qué los hijos de aquellos que tienen empleo deberían atrasarse escolarmente por los problemas que cargan los pequeños de aquellos que no han sabido conservar su estabilidad laboral en tiempos de crisis?

Wert no describe. Wert, amenaza.

Y lo hace con especial insidia a los que defienden la escuela pública. Hacia ellos, hacia ellas, el ministro no tiene más que palabras de desprecio y desvalorización. Defender lo público es defender que se nivele por abajo a los que, gracias a su talento, vuelan más alto que el resto. Así, los docentes y sus movimientos, las organizaciones de defensa de la escuela pública y todos los que luchan por la ampliación del derecho a la educación, no son otra cosa que entidades corporativas que resisten al incontenible proceso modernizador por el que este gobierno pretende encauzar a un sistema educativo enfermo. Sonaría atractivo, si no fuera falso.

Los conservadores, y el ministro Wert lo es, reaccionan de forma vehemente ante cualquier política igualitaria. Fuera del individualismo exacerbado, los conservadores se marean, pierden el rumbo y, no pocas veces, la cordura lingüística. Wert abomina la escuela pública y la considera culpable de todos los males que enfrenta la educación española. Lo hace porque supone que, más allá de las políticas socializantes, inconclusas o no, se ha instalado en España un principio ético que establece que es posible pensar en la educación como un asunto de la comunidad, como un problema de todos, en la escuela como un bien público. Se trata, por lo tanto, de dinamitar este principio, de deconstruirlo, de desestabilizar sus bases, de volverlo inaceptable. La escuela pública se vuelve frágil cuando el derecho a la educación, imperativo ético de cualquier sociedad democrática, deja espacio a una pedagogía de la indiferencia que sacraliza los intereses individuales sobre las aspiraciones de igualdad y justicia social de toda una comunidad.

Desde el Sur, y con la experiencia de largas décadas de procesos de privatización y ajuste neoliberal a cuestas, creo que esto es lo que está en juego: desintegrar una idea que ha inspirado luchas y conquistas democráticas, que ha iluminado sueños y utopías. La idea de la escuela de todos y para todos. La escuela de la igualdad y de la diversidad. La escuela donde el ritmo de marcha no lo marcan ni los más lentos ni los más veloces, sino la deliberación y el diálogo acerca de lo que es mejor para todos; a veces, se avanza más, a veces, menos, simplemente porque lo que se está buscando no es llegar más rápido a algún sitio, sino formar buenas personas, personas solidarias, generosas, tolerantes, dignas, amables, sabias. La escuela pública es el espacio que la sociedad democrática ha creado para hacer del conocimiento un bien común, para compartir en ella la posibilidad de un ejercicio de libertad y de igualdad que deberemos replicar en nuestra vida extra escolar. En la escuela pública no hay “buenos” ni “malos”, “lentos” ni “rápidos”. En la escuela pública hay niños y niñas que son sujetos de derechos y a ellos se les debe el mayor respeto.

Un respeto que el ministro Wert ha comenzado a perder.

(c) UNICEF

Desde Buenos Aires

Comentarios

Pablo, atinas claramente en el sentido de las medidas de Wert, tal como estamos defendiendo desde diferentes plataformas en España y desde las aportaciones individuales. Hay algo que dices que me parece importante y que algunos también resaltamos aquí: la batalla (por así decir) por la opinión pública, la tiene a su favor, ya que el discurso del éxito es fácil. La cosa se complica cuando queremos hablar de igualdad y sobre todo de equidad. Aquí se pierden los discursos sociales, pero es donde se encuentra el meollo de la educación. Y, efectivamente, Wert no lo entiende, como no entiende qué significa el derecho a la educación. Es más que una falta de respeto, es abandonar a su suerte a toda esa otra población, los algunos, que no están en su categoría de todos. Pero que tenga cuidado, no vaya a ser que son más.
Pablo: Me parece que no te has dado cuenta de las metáforas de Wert. Cuando habla de "todos" alude a "los de mi élite" (o mundillo personal) y, cuando se refiere a "algunos", es porque considera que, los "poca cosa" (despreciables, para él y los suyos) son lo mismo que "pequeñeces" o "nimiedades" equivalentes a menos que "algunos" (de su mundillo).Dejando de lado ironías. Si bien coincido contigo en casi todo lo que has expresado, especialmente en que el ministro Wert es un hereje más bruto que Atila en lo educativo y cultural, tampoco deberíamos generalizar que todos deben ir a un mismo ritmo, especialmente si se trata de algunos muy lentos. Pues algunos hablan y enseñan la "inclusión" dando por obvio que los que padecen diferentes clases de disfunciones intelectuales deben ser tratados normalmente e incorporados con los demás, en lugar de ir a escuelas diferenciales. Lo cual es una aberración, prácticamente desde todo concepto. No niego que haya discapacitados en condiciones de poder seguir un ritmo normal (Caso de Pablo Pineda, del cual se hizo la película "Yo también", por dar un ejemplo de algunas excepciones válidas). Pero de allí, a lo que enseña y da a entender en la facultad de magisterio de la UMA (Málaga), un profesor de "inclusión", que hasta los más imbéciles (en el verdadero sentido y con respeto) deben ser "incluídos" en clases normales, imponiendo a todos los demás "ir al ritmo del más lento"... me parece un completo absurdo.En la Argentina bien se notan bastante claras las diferencias de niveles en alumnados de escuelas de ámbitos pobres (donde les cuesta aprender y van a ritmo tan lento, por desnutrición y hasta desmayarse en clase por debilidad), respecto a otras donde no hay esas problemáticas. Los egresados de unas y otras escuelas públicas, tienen niveles de conocimientos muy diferentes. Eso crea otra injusticia: el desnivel final de conocimientos entre teóricos pares, con todo el aburrimiento que debieron soportar varios compañeros de rezagados o "duros de entendederas", de avanzar a paso tortuga el grueso de la enseñanza, para aprender poquísimo y quedar en desventaja respecto de otros "iguales" (de escuelas públicas) donde no hay quienes padecen problemáticas serias, como desnutrición por citar un detalle bastante común, que no debiera ser ofensivo para nadie. Porque gracias a ir al ritmo de los más lentos, no se suele llegar a completar el total de lo que debería haberse visto a lo largo del ciclo lectivo y, los docentes, se encuentran con que deben aprobar a prácticamente todos, arrastrándose así, de año en año lectivo, retrasos de temáticas o conocimientos incompletos, hasta finalizar egresando con un nivel más bajo del requerido por el programa básico nacional, o repletos de omisiones por falta de tiempo, peor que con los cursos de bachilleratos nocturnos o acelerados, porque ni siquiera están estructurados de modo tan sintético, previendo bien qué omitir o cómo sintetizar.
"La escuela donde el ritmo de marcha no lo marcan ni los más lentos ni los más veloces, sino la deliberación y el diálogo acerca de lo que es mejor para todos; a veces, se avanza más, a veces, menos, simplemente porque lo que se está buscando no es llegar más rápido a algún sitio, sino formar buenas personas, personas solidarias, generosas, tolerantes, dignas, amables, sabias."Un ideal muy bonito, pero hablemos de realidades. La realidad es que esta filosofía nos lleva al sistema educativo actual, y a su ejemplo mas claro, la ESO. ¿Cuantos padres llevan a sus hijos actualmente a un publico por propia voluntad? Cuando pueden económicamente y tienen opción buscan el centro concertado mas cercano para ver si tienen posibilidad de entrar. Todos los e estamos en este mundo sabemos que esta filosofía produce que los alumnos se aburran en 1 eso y se desmotiven
Continuar con un sistema que claramente no funciona y mantenerlo aun sabiendo e NO FUNCIONA, por razones ideológicas, no me parece lógico. Por favor, necesitamos un sistema educativo con sentido común que dure 25 años.
Continuar con un sistema que claramente no funciona y mantenerlo aun sabiendo e NO FUNCIONA, por razones ideológicas, no me parece lógico. Por favor, necesitamos un sistema educativo con sentido común que dure 25 años.
Continuar con un sistema que claramente no funciona y mantenerlo aun sabiendo e NO FUNCIONA, por razones ideológicas, no me parece lógico. Por favor, necesitamos un sistema educativo con sentido común que dure 25 años.
100% de acuerdo con Ximo. Es tiempo de reformas, pero de reformas que sean definitivas y duraderas. Y la más necesaria y evidente: DESPOLITIZAR la educación. Poner a los verdaderos expertos a trabajar para copiar sistemas educativos que está demostrado que sí funcionan. ¿Acaso es tan descabellado que ningún gobierno en todos estos años se lo ha planteado?
Excelente post. Totalmente de acuerdo, y para subrayarlo, cito a Wert en una frase que me ha venido a la memoria y que pronunció hace unos días, en la que se refleja muy bien su estilo de que cuando aparenta describir, en realidad está amenazando. Es la siguiente: "En España los títulos (de enseñanzas medias) se conceden de una forma muy laxa". Ahí queda eso.
Excelente post. Lo que estoy viendo con Wert es que poco a poco, como un goteo, dejando caer frases aisladas, va calando un discurso que, lamentablemente, convence a mucha gente. Viene a decir Wert, y quienes lo acompañan, algo así como: si la escuela pública "cría" vagos, fuera escuela pública y bienvenida la escuela para quien se la pueda pagar. Un discurso de pacotilla, de un ministro nefasto y de un partido de pandereta. Lo triste es que haya gente que compre las ideas de Wert.
"La Buena Educación" http://bit.ly/PZa2iJ
Cuando un país se concibe como una empresa y la principal prioridad es que sea competitivo, que produzca más, mejor y más barato, resulta fácil imaginar qué puede esperarse de su modelo educativo. Si este es el objetivo, todo lo que no esté encaminado a aumentar la eficacia, todo lo que no sea útil para este fin, resulta superfluo.Somos muchos y no hay suficiente para todos, solo para los mejores, para los más listos o los más fuertes, para los que están mejor preparados. Este es el mensaje y está en contradicción con el modelo de escuela pública que se postula en las leyes educativas: una escuela que facilita la igualación social incluyendo a todos y en la que nadie debería sentirse discriminado por su diferencia.http://www.otraspoliticas.com/educacion/incoherencias
En relación a alguno de los comentarios que estoy leyendo, permitirme que muestre mi asombro. ¿De verdad se puede defender un sistema que deja fuera a los que menos opciones tienen para favorecer que los "otros" puedan avanzar "a su ritmo"? La educación es una forma de construir sociedad y en la sociedad o estamos todos o no estamos ninguno. O sea, que tendremos una sociedad para "los mejores" y la otra para los que "se joden" (si se me permite utilizar la expresión de la diputada Fabra). El sistema educativo debe estar pensado justamente para los que más lo necesitan, los que carecen de oportunidades en el mundo social. Los otros, ... ya lo tienen resuelto y la escuela solo les aporta la credencial. Desgraciadamente, la sociedad que tenemos es de clases, y la escuela no está al margen. Reformas sí; son necesarias. Pero aquellas que nos permitan construir una sociedad más justa desde el respeto a la diferencia, la inclusión, la solidaridad, la justicia y la equidad. Pero por supuesto, esto es una cuestión de conciencia social, de compromiso y de moral.
A propósito, porque ese afán de que utilizar el anonimato como forma de expresarnos en público? De qué tenemos miedo?
A Nacho Rivas Flores, sobre el anonimato.Considero que es mejor el anonimato, ya que hay algunos nombres que pesan y condicionan psicológica o emocionalmente a quien pueda leer el mensaje. Y como bien suele decirse: Importa más el mensaje que el mensajero. El qué se expresó, por sobre quién pueda haberlo dicho. A veces, hasta el más bruto puede aportar alguna idea sabia, sensata y, los más reputados, afirmar disparates.Bien dijo alguien (no recuerdo quién) "Nunca he conocido alguien tan tonto del que no pudiera aprender nada".
La educación pública no está está para recortarla ni privatizarla. Está para transmitir al alumnado los contenidos y habilidades que les permitan ser ciudadanos competentes en la vida laboral y política. Pero con la LOGSE y sus sucesivas reencarnaciones lamentablemente ha sido colonizada por seudoideas de la contracultura setentera que la han destruido: Cuando los pobres por fin acceden a la educación, ésta se degrada desde la política y se suplanta por una educación de mierda. Hay que simplificar la oferta de materias para aumentar el tiempo lectivo dedicado a las esenciales, barrer las asignaturitas de la Sita Pepis, y conseguir que el alumnado - todo él - salga de las escuelas siendo capaz de leer y escribir correctamente; de echar cuentas; al menos entender textos escritos en inglés y ser capaces de localizar Hungría en el mapa. Si para ello hay que acabar con el rol del profe "guay" y de buen rollito más gilipolleces varias, pues sea. Centrar el problema de la educación en chorradas como la educación para la ciudadanía o las lenguas autonómicas, mientras los PISA nos dejan en ridículo todos los años, ha sido la traición más insidiosa de los políticos y sus pedagogos de cabecera al principio de democratización de la enseñanza.Ahora viene Wert a joder la marrana y la lucha será para guardar los muebles, ya que no se ha sabido reconstruir una educación pública de calidad después de devastarla con la LOGSE y la transferencia de competencias educativas a CCAA que la han convertido en la puta de sus intereses localistas más o menos legitimos.
Dijo Simon Bolivar un gran americano; "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destruccion".
El compromiso con la educación democrática requiere esfuerzo. A Wert le quedan dos peladas. Pero la crisis educativa no se resuelve echando al tirano. Como demuestran las tragedias griegas, el tirano lo hemos creado nosotros: hemos inventado castas de docentes privilegiados, en vez de servir al alumnado; hemos difamado a los padres para que no molestaran en los centros; hemos calumniado a los profesores, para no comprometernos en la vida del centro; hemos perseguido y apedreado a los profesores innovadores, para no tener que esforzarnos. La reforma no consistía en resignarse a la mediocridad, sino en garantizar la igualdad de oportunidades. El país se hunde en algo peor que la medianía: el reality show, el odio a la buena práctica y a la buena voluntad. Ven a un centro, cualquier centro, y lo verás. Convoca una reunión para tratar sobre el fracaso escolar. Y luego, escribe.
El debate es muy interesante y apunta a una verdadera contrarrevolución ideológica que está lanzando la derecha conservadora española. Para perpetuar una sociedad de clases tienen que existir las diferencias sociales. Pero hay otro aspecto sobre el que no he visto referencia en el post y que me parece que subyace al modelo que propone el ministro Wert. Una vez logre convencer a los temerosos de la clase media (la alta lo tiene muy claro) de que la educación pública es para pobres y por tanto para fracasados en la vida, el siguiente paso es apuntar a la educación privada (pagando, claro) y de paso se redondea algo el negocio de la educación. No es que sea un sector donde se pueda sacar mucha tajada, pero el objetivo es mentalizar sobre las deficiencias de lo público y las "excelencias" de lo privado para preparar a la gente para aceptar la sanidad y las pensiones privadas (ahí si que está el gran negocio). Puede parecer rebuscado, pero la experiencia en los países donde el modelo neoliberal prepondera creo que así lo demuestra. Por cierto, también so obvia en el discurso que a menor equilibrio social mayor gasto en seguridad (otro negocio, claro)....
Los recortes son un argumento más, muy importante bien manejado, para poner sobre la mesa una reforma del sistema de enseñanza en la que lo verdaderamente importante es la agenda ideológica más conservadora. Los sindicatos del sector y la comunidad educativa no deben sentarse a negociar la propuesta de ley de educación del gobierno. Éste tiene que retirar dicha propuesta y dialogar con la comunidad educativa sobre los problemas del sistema, sus soluciones, y los retos de futuro. La judicialización del sistema de enseñanza, los niveles de conflictividad en los colegios, institutos y universidades. Los duros recortes en investigación y ciencia que van a dejar en el paro y enviar al exilio a miles de jóvenes brillantes es y debe ser responsabilidad exclusiva del gobierno.
Yo creo que a estas alturas el mendrugo este de educación ya no se merece mas tinta en decirle nada. No se entera.
Si tan malo es como dice el mostrenco de Wert el sistema de la LOGSE ¿como es posible, a la vez, que tengamos la generación de jovenes mejor preparados?Si tan mal funciona el sistema educativo incluida la Universidad, ¿ como es que los alemanes, britanicos, holandeses, noruegos...quieren llevarse ingenieros, medicos, enfermeras...españoles? ya lo entiendo, es que los alemanes, britanicos, holandeses, noruegos son unos necios.
Si tan malo es como dice el mostrenco de Wert el sistema de la LOGSE ¿como es posible, a la vez, que tengamos la generación de jovenes mejor preparados?Si tan mal funciona el sistema educativo incluida la Universidad, ¿ como es que los alemanes, britanicos, holandeses, noruegos...quieren llevarse ingenieros, medicos, enfermeras...españoles? ya lo entiendo, es que los alemanes, britanicos, holandeses, noruegos son unos necios.
Creo que todo lo que dice este personajillo se lo dictan y a él que le encanta, lo repite mejorado. Es una pena que, si hay algo que tenga que ser mejorado, esté al cargo de un individuo como este. De dónde ha salido? pero tiene cultura para estar donde lo han puesto? quién es él para juzgar el sistema educativo; no tiene autoridad moral, responde a los hilos que lo mueven. Pena de pais con estos especímenes gobernándonos.
Creo que todo lo que dice este personajillo se lo dictan y a él que le encanta, lo repite mejorado. Es una pena que, si hay algo que tenga que ser mejorado, esté al cargo de un individuo como este. De dónde ha salido? pero tiene cultura para estar donde lo han puesto? quién es él para juzgar el sistema educativo; no tiene autoridad moral, responde a los hilos que lo mueven. Pena de pais con estos especímenes gobernándonos.
Wert es el padre de todos los males en materia de EDUCACIÓN .Nunca se ha visto que el propio MINISTRO DE EDUCACIÓN abomine de la educación pública. Al contrario.En general aún en paises del Tercer Mundo, la eduación pública sigue siendo LA MEJOR, PORQUE,se considera a los educandos ESCOLARES, en cambio en las escuelas privadas se los ve como lo que son:CLIENTES por lo que las calificaciones obtenidas no son significativas.Wert está demostrando cuan manoseado está por el comercio de la enseñanza.
Si Wert piensa que la ESCUELA PÚBLICA no cumple cabalmente su función educativa, QUE CAMBIE EL PROGRAMA,QUE SE ESMERE EN MEJORAR AQUELLO QUE OBSERVA OBSOLETO. Lo que queda demasiado claro es la NULA VOLUNTAD DE WERT por apuntalar la EDUCACIÓN PUBLICA EN ESPAÑA. El quiere llevarnos a la situación imperante hace exactamente un siglo.
Muy bueno el artículo, se debe informar del desastre de este gobierno y como está desmantelando los derechos por los que hemos luchado durante los últimos 200 años.
No soy experto en educación, aunque si fui profesional: docente.En UK, en los 80s, se aplicaba una ley que permitía a los profesores enviar a los alumnos retrasados a escuelas especiales para discapacitados sino podían seguir el ritmo de la clase. Y los profesores la aplicaban sobre todo a los hijos de emigrantes. Pero el sistema funcionó rápido y aconsejó a los centros que preparasen clases complementarias de lengua –de inglés- a los alumnos que tenían dificultades sobre todo si eran hijos de emigrantes, señalándoles que no eran discapacitados sino que no entendían inglés. Errores se cometen en todas partes, algunas veces incompresibles y de falta de tacto(eufemismo) , como en este caso. Lo importante es corregirlo. Y en España no es práctica habitual corregir ya que para ello hay que reconocer el error, con lo cual subsanarlo es ya una quimera. ¿Por qué tenemos ese miedo a recocer errores? En cuanto al sistema educativo en España, estoy seguro que aquí también existe una mano invisible para que no se desintegre -como la de Adam Smith que regula los mercados-. Porque mientras nuestros vecinos europeos están investigando cómo adaptarse en uso de las nuevas tecnologías para expresar los contenidos, aquí todavía se escucha que si se da religión o lo de la ciudadanía. En fin, estamos en otra esfera, de la que el Sr. Wert es una claro exponente de la táctica del calamar: confundir.La política de aprendizaje de idiomas –de inglés- es digna de ver en la práctica. Y ver, reitero, cómo se cumple el expediente de Europa en esta materia y los criterios para elegir a los profesores, es surrealista, a la par que indescriptible yo no sé poner tanta incongruencia y despropsitos en un papel.Creo que estos ejemplos son algunas de las puntas del iceberg, que cómo debe ser tan grande, ni las tenemos ya en cuenta. Así que hoy sólo les queda a esta clase política oligarca de colores e ineficiente echar tinta para despistar, como siempre.
Que el modelo educativo en España necesita una reforma: por supuesto.Que cualquier reforma que no surja del acuerdo de todos los agentes políticos y sociales está destinada al fracaso: Más claro que el agua.Que la nueva ley de educación de Wert será un fracaso: 99.9% seguro. Que cuando vuelva el PSOE volverá a cambiarla: 100% seguro... eso espero. Que los españoles no aprendemos de los errores y somos unos gilipuertas. Pues los políticos a la vista está. En el resto de los españoles aún tengo esperanza.
Me parece que el modelo educativo en general requiere reformas! La idea de la escuela de todos y para todos, de la igualdad y de la diversidad. Donde el ritmo de marcha marcan la deliberación y el diálogo acerca de lo que es mejor para todos! Con una buena formación de buenas personas, solidarias, generosas, tolerantes, dignas, amable y sabia!
Dice ElViejoMaestro que la culpa de todo la tiene la LOGSE. Su discurso huele a viejo profesor de BUP y COU que aún no ha entendido que la educación es obligatoria hasta los 16 años (porque lo necesitaba el país para ponerse al nivel del resto de Occidente), y que aún no ha aprendido a adaptarse al cambio de circunstancias que supone dar clase a los que quieren y a los que no lo tienen tan claro, a los que valen para ir a la Universidad y a los que no, que necesitan igualmente una cultura y una educación básicas. Entre "ser guay" y hacer el "yo he venido aqui a soltar mi charla magistral (y al que le aburra, además lo echo de clase)", como parece hacer él, hay muchos matices intermedios.Sin la LOGSE o una ley semejante, seguiríamos arrastrando las tasas de analfabetismo que se heredaron de la época franquista.

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