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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una china en el espacio

Una mujer astronauta viaja en la nave Shenzhou-9 en una misión que durará trece días

MARCOS BALFAGÓN

Estos días el orgullo de China vuela en el espacio. La nave Shenzhou-9, que lleva a la primera mujer astronauta de ese país, se ha acoplado al módulo automático Tiangong-1, adonde han pasado Liu Jang y sus dos compañeros. No se trata aún de una estación orbital, que Pekín espera tener lista en 2020, con el objetivo ulterior de llegar a la Luna, de momento en un vuelo no tripulado.

¿Acabarán los chinos colonizando la Luna o Marte? ¿La reclamarán si llegan allí? El Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967 prohíbe toda reclamación de soberanía en este ámbito, pero algunos expertos no descartan que las autoridades de Pekín podrían denunciarlo.

China es la tercera potencia, tras Rusia y Estados Unidos, que pone a seres humanos en el espacio, pero la única que mantiene este tipo de misiones. Rusia las ha abandonado, y Estados Unidos no manda ya astronautas en naves propias. No probará sus nuevos cohetes tripulados por lo menos hasta 2017. No obstante, la NASA está diseñando un nuevo cohete y cápsula de transporte para poder viajar a la Luna de nuevo, a Marte o a algún asteroide. Mientras, apuesta cada vez más por el sector privado para los vuelos espaciales.

Casi toda esta misión de 13 días de duración la han realizado los chinos con tecnología propia. China se está convirtiendo en una potencia espacial y no sólo en el terreno civil donde compite con Europa, Japón y otros. También en el militar. El Pentágono tembló cuando, en enero de 2007, China destruyó por impacto de un cohete uno de sus satélites metereológicos. Quiso demostrar su capacidad antisatélites, que en nuestros tiempos significa la posibilidad de dejar ciego al adversario. Tanto que EE UU replicó un año después alcanzado a su vez uno de sus propios satélites, estropeados. Durante estos años ambos países han estado llevando una guerra de las galaxias secreta en la que se hablaban, pero ninguno quería desvelar lo que sabía del otro. Se acabó conociendo gracias a las filtraciones de Wikileaks.

Hay una peligrosa carrera espacial en marcha. Pero estos días Liu Yang debe sentirse orgullosa al mirar hacia abajo. A los chinos la propaganda oficial les hace mirar al cielo y ver allí también su nuevo poderío. El resto también lo vemos.

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