Recado de Washington

En medio de la oleada de preocupación que recorre la eurozona por la amenaza contra el euro que nace de las elecciones griegas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanza un mensaje claro al Gobierno español, probablemente ligado al rescate de la banca. La institución, valorando “el impulso reformista”, dice que este año España no cumplirá el objetivo de déficit (5,3% del PIB) y que, por tanto, es necesario adelantar la subida del IVA, elevar los impuestos especiales y recortar los sueldos de los funcionarios inmediatamente. Esta es la columna vertebral del análisis del Fondo, que insiste en una estrategia de ajuste fiscal, reforma financiera y reformas estructurales para la mejora de la productividad y la recuperación del crecimiento.

Hay una novedad en el mensaje del Fondo que intensifica la sensación de que las instituciones internacionales presionan para que haya cambios en la política económica. En esta ocasión, afirma el FMI, es necesario actuar por la vía de los ingresos para conseguir la consolidación fiscal. En esta línea, España debería adelantar la subida del IVA, eliminar la deducción por vivienda y eliminar los beneficios fiscales a las empresas: una visión distinta a la del Gobierno, que siempre ha defendido los estímulos fiscales (sobre todo en el impuesto sobre sociedades) para favorecer el empleo.

En la visión de conjunto, el Fondo está en lo cierto. Efectivamente, la economía española ha agotado, o está a punto de hacerlo, la capacidad de conseguir la estabilidad presupuestaria por la vía del recorte del gasto. Intensificar la austeridad, sin otro horizonte, agravará la recesión y aumentará el paro hasta límites de descohesión social. El Gobierno debería admitir que se equivocó al recuperar la desgravación fiscal por vivienda (un incentivo perverso que contribuyó a hinchar la burbuja inmobiliaria). Y haría bien en proceder a una revisión total de los gastos fiscales, inútiles casi todos para los fines que se proponían, y mantener solo aquellos de eficacia demostrada para la creación de empleo.

Sería además una oportunidad para recuperar una modesta iniciativa de crecimiento. Subir el IVA, dicen los manuales, perjudica el consumo; pero puesto que el objetivo de déficit obliga a hacerlo, podría considerarse la posibilidad de reducir las cotizaciones sociales y dar así un empujón a la creación de empleo más eficaz que cualquier deducción fiscal.

Europa también debería sacar las lecciones de los errores cometidos. El BCE, con el resto de los bancos centrales, está dispuesto a inundar de liquidez los mercados para prevenir las reacciones de pánico a las elecciones griegas. Así es como debería haber actuado durante estos meses, mostrándose además dispuesto a comprar deuda para enfriar la tensión de la deuda. No es una buena política reaccionar solo en las situaciones límite. Por esa inhibición el euro está al borde del pánico.