El Tío Pepe o la manzana

Eduardo Arroyo, un artista amigo de la irreverencia, convirtió hace mucho al Tío Pepe en personaje de sus cuadros y esculturas. El tipo, con su chaquetilla, sombrero andaluz y guitarra, lleva incorporada las marcas de la alegría y del gusto por vivir —“sol de Andalucía embotellado”, dice su lema—, pero Arroyo lo puso alguna vez a tocar su instrumento en un tugurio al lado de un hombre solitario, y parecía estar contando lo dura que es la vida y atrapando la nostalgia.

El anuncio se colocó en la Puerta del Sol cuando la República —el diseño es de Luis Pérez Solero—, así que ha visto mucho desde entonces: una guerra, la anónima grisura de la dictadura, la llegada de la democracia y estuvo a punto de asistir al bochinche que armaron los indignados. Pero al Tío Pepe lo retiraron en abril del año pasado, porque andan de reformas en lo que fue el antiguo Hotel París, y corre la noticia de que ya no ha de volver más al sitio que ocupaba desde hace ya 76 años.

La noticia ha provocado una inmediata reacción en las redes sociales y una colecta de firmas en la plataforma Change.org. Salvad al Tío Pepe es la consigna y, al margen del número de los que se han apuntado a la iniciativa, el tema está dando que hablar. Los datos para la polémica son los siguientes: el contrato entre los propietarios del anuncio, González Byass, y los dueños del inmueble, la familia mexicana Gutiérrez Estrada, termina el 30 de junio. Y parece ser que no van a prorrogarlo. Uno de los motivos que se barajan para el cese de un acuerdo tan antiguo es que el edificio será la nueva sede de Apple en Madrid. Y se sospecha que la compañía prefiere darle el protagonismo a la manzana de su logo antes que a la botella con sombrero aunque, por el momento, no se haya pronunciado.

¿Se trata de la vieja batalla entre lo viejo y lo nuevo? No exactamente: el Tío Pepe es lo nuevo. Llegó a la Puerta del Sol trayendo consigo la modernidad de los anuncios luminosos, y luego se ha movido en el arte pop con la autoridad de un maestro. Así que la pugna será entre una marca y otra marca, y lo que cuentan sus diseños: la botella que te alegra el día y te calma las penas o la impoluta manzana, que promete salud y energía. Si hay por fin disputa, ganará seguro el que tenga más dinero.