El secreto para llegar a todo (o casi)
¿Cómo llegar a todo? La pregunta martillea cada día a muchas mujeres. Y a muchos hombres. El viernes pasado se la plantearon a la investigadora María Blasco, presidenta Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, un instituto puntero en la investigación sobre el cáncer. ¿Cómo logra dirigir e investigar?, le preguntó una asistente al foro Mujer y Liderazgo que organiza la escuela de negocios Esade. "Siendo estricta con el tiempo que dedico a cada cosa", respondió la bióloga molecular.
Con la presidencia del CNIO al alcance de la mano, la científica Blasco pidió consejo a una colega a la que admira, Susan Gasser, presidenta del Friedrich Miescher Institute, un prestigioso centro suizo de investigación biomédica. "Soy extremadamente estricta con el tiempo que dedico a la investigación y con el que dedico a la dirección del centro", cuenta Blasco que le respondió Gasser. Y la española tomó buena nota de la receta, que también exige "ser metódico". Y flexible, porque en ciertas ocasiones hay que cambiar de gorra cuando no toca.
Pero no siempre se puede lograr ese modo de reparto, tal como expuso otra invitada al foro, la periodista Monstserrat Domínguez, directora de la versión española del The Huffingtonpost, que está previsto debute el próximo 7 de junio. El periodismo sigue siendo un mal terreno para compartimentar los tiempos: la actualidad no entiende de horarios y los periodistas, tampoco. Por más que les pese a muchos y, quizá en mayor medida, a muchas.
Más allá del periodismo, el problema en buena parte de los trabajos no es solo la compartimentación de tiempos, sino sobre todo el lapso diario que se dedica al empleo (cuando lo hay). En España siguen dominando los horarios irracionales convertidos en una cadena casi perpetua. Jornadas extensas que copan todo el día, sin coordinar con los horarios escolares, madres y padres que trabajan (o sufren el paro pero necesitan tiempo para intentar encontrar un empleo)... Y falta de servicios públicos de cuidado y en casa, de corresponsabilidad. Un panorama que daña especialmente a las mujeres, sobre cuyas espaldas suele caer la conciliación también como obligación. Que concilien ellas. O que se queden en casa. Parece que hay "una corriente para que volvamos a la cocina", dijo Domínguez. No es la única que lo piensa. Entre muchas feministas se extiende esta idea: la crisis es una amenaza, también, para el progreso y la autonomía de las mujeres.
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