Las mujeres se quedan sin los Objetivos del Milenio
Por Mercè Rivas Torres
De los 1.200 millones de personas que sobreviven en condiciones de extrema pobreza, con menos de un dólar al día, un 70 por ciento son mujeres. Sólo con este dato, es fácil pronosticar que el punto tres de los Objetivos del Milenio, que promueve “la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer”, no se va a poder cumplir en 2015.
Cobran entre un 30 y un 50% menos que los hombres, producen el 80% de los alimentos que consume su familia aunque sólo poseen el 1% de la propiedad de la tierra ya que tienen limitaciones para ejercer el derecho a la titularidad o para acceder a créditos. De los 867 millones de analfabetos que hay en el mundo, 559 son mujeres. Además de estos datos escalofriantes, se calcula que anualmente dos millones de niñas entre los 5 y los 15 años son incorporadas al llamado “mercado comercial del sexo” y que otras cuatro millones son compradas y vendidas con destino al matrimonio forzoso o la esclavitud mientras que 130 millones de mujeres siguen siendo obligadas anualmente a someterse a la mutilación genital.
En el año 2000, 147 países componentes de Naciones Unidas votaban la aprobación de ocho puntos para alcanzar unos mínimos que comenzasen a eliminar las desigualdades en el mundo. Ahí nacieron Los Objetivos del Milenio. De esta manera se plantaba cara a problemas como la pobreza, la carencia de educación, la mortalidad infantil, las deficiencias en salud, el sida o la sostenibilidad del planeta. Pero el tercer punto, promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer, es el único que se filtra en el resto de objetivos ya que este 51% de la población es la columna vertebral de las sociedades más empobrecidas.
Raquel Tomás, experta en temas de género y cooperación, afirmaba en las Terceras Jornadas sobre la Igualdad celebradas recientemente en la UNED que de los más de 33 millones de personas infectadas por el virus VIH, el 53% son mujeres. “El 80 % de ellas fueron contagiadas por su pareja en África subsahariana”, dijo. Resaltó el alto número de niñas violadas en dichos países bajo la creencia de que tener relaciones sexuales con una joven virgen cura la enfermedad.
Estas cifras denunciadas por Naciones Unidas y numerosas organizaciones internacionales evidencian que el camino de la igualdad no avanza. ”La resistencia en todo el mundo a que se desarrollen los derechos de la mujer es evidente” afirma UNICEF en sus informes sobre el “Estado mundial de la infancia”.
Sin embargo, a pesar de las cifras, “los movimientos de mujeres de todo el mundo está creando fuertes redes de solidaridad para hacer frente a los mecanismos patriarcales que determinan sus vidas” afirma la organización Mugarik Gabe Nafarroa en su publicación Las mujeres mueven el mundo.
Pero, mientras los datos de escolarización sean tan bajos para las niñas en muchos países, difícilmente podrán lograr conquistas importantes. Alrededor de un 60% de éstas todavía no tiene acceso a la escuela, según el informe elaborado por UGT sobre la participación de las mujeres en los Objetivos del Milenio.
“La pobreza en Brasil tiene cara negra, femenina y muchas veces infantil”, afirmaba la Presidenta Dilma Rousseff el pasado noviembre en un homenaje a los afrodescendientes latinoamericanos celebrado en la ciudad brasileña de Salvador de Bahía.
A pesar de todo, hay que valorar lo mucho que se ha trabajado en los últimos años y sin lugar a dudas en algunos casos con éxitos puntuales, pero las metas de mínimos siguen estando lejos de conseguirse en 2015, tal como se había propuesto Naciones Unidas. La croata Katarina Tomasevski, relatora de la citada organización, afirma en su libro Asalto a la educación que “sin dinero, ningún objetivo es posible, pero sólo con dinero no se alcanzarán los objetivos si cada gobierno no se compromete con la educación. Es la puerta de entrada para todos los demás derechos humanos”.
Por lo tanto, los organismos internacionales -así como los países que participan en ellos- tendrán que reafirmar su voluntad política de seguir apostando por la formación de las niñas, como es el caso de Uganda que ha dedicado el dinero de la deuda condonada a crear un sistema de educación primaria gratuita para ambos sexos. Con esta medida han pasado de dos a cinco millones de niños escolarizados.
Gertrude Mongella, más conocida como “Mamá Beijing” ya que presidió en 1995 la IV Conferencia de la Mujer, es una veterana política feminista que afirma constantemente que “si las mujeres se mueren, se muere África. Ellas comen las últimas y si hay poca comida se la ofrecen a los hombres y a los niños. Siempre han estado al lado de sus maridos en la lucha por abolir la esclavitud, liberar a los países del colonialismo, desmantelar el apartheid y lograr la paz. Ha llegado la hora de que los hombres se unan a las mujeres en su lucha por la igualdad”.
Ejemplos como el de Uganda o el de Gertrude Mongella son los que animan a las mujeres a seguir adelante en busca de alcanzar las bases mínimas que planteaban los Objetivos del Milenio del año 2000. En cambio, noticias como que el Gobierno español piensa reducir, en los presupuestos del 2012, un 71% el presupuesto en ayuda al desarrollo es una de las peores noticias. La presidenta de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de España, Mercedes Ruiz-Gimenez lo califica de “golpe mortal y ciego, además de una gran irresponsabilidad política”. Así mismo, Intermón Oxfam también ha reaccionado frente a esta dura y fría decisión calificándola de “grave error" que tendrá " consecuencias humanas" que incluirán pérdida de vidas.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.