Optimismo prematuro
La recuperación europea y española sigue lejana, pese a las expectativas de Draghi y Bernanke
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, han coincidido en alentar algunas esperanzas sobre la mejora de la economía mundial después de cuatro años de malas noticias, crisis financiera y un estancamiento económico global muy parecido a la depresión. Para Draghi, lo peor de la crisis ya ha pasado, pero insiste en que sigue habiendo riesgos; para Bernanke, las autoridades europeas han hecho importantes progresos en recuperar la confianza en el euro. El resumen de ambos análisis podría ser que la situación financiera tiende a estabilizarse (poco a poco) y que el peligro de ruptura de la zona euro es menos evidente que en el verano de 2011.
Pero el optimismo todavía está vedado para quienes siguen la evolución de la confianza en las deudas nacionales y las penosas previsiones de crecimiento económico en la eurozona durante 2012. El factor de optimismo es que el BCE ha inundado de liquidez la zona monetaria y la fecha decisiva como referencia para los mercados ya no es 2013 y el déficit del 3% del PIB, sino 2015 y el vencimiento de las medidas del Banco. Pero, incluso así, no todos los agentes económicos están dispuestos a creer a Draghi y Bernanke. Algunos piensan todavía que España necesitará un rescate, que Portugal seguirá el camino de Grecia y pronto requerirá el segundo y que la recesión impedirá el ajuste económico comprometido por países como España. Estas tesis tienen todavía la fuerza suficiente en los mercados para producir caídas en las bolsas y subidas en los diferenciales de deuda. Eso es lo que sucedió ayer, y debería ser motivo suficiente para aplazar el optimismo declarado durante varios meses. Hoy, el análisis más optimista apenas puede concluir que la crisis financiera global está en vías de solución, pero la recuperación económica todavía se aprecia lejana.
La prevención de los más escépticos sobre la reactivación de la economía tiene argumentos sólidos. Es verdad que Estados Unidos puede recuperar pulso este ejercicio (más consumo, más empleo, más ánimo en la construcción), pero China está en una fase de cierta desaceleración (a pesar de lo cual crecerá en torno al 7%) y Alemania sufrirá una cierta ralentización. Las previsiones para Europa oscilan entre el estancamiento y la recesión técnica.
Por lo tanto, conviene situar las esperanzas de Draghi y Bernanke en la perspectiva correcta. Y más en el caso de España, donde los incentivos sociales, económicos y políticos soplan en contra de la recuperación y el consumo, desde la reforma financiera y su modesta pero decisiva contribución a frenar un poco más el crédito al sector privado, hasta la reforma laboral, que producirá más paro a corto y quizá medio plazo. Menos consumo y menos crecimiento durante los próximos cuatro trimestres. Esta es una expectativa que difícilmente mejorará.
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