Como en el franquismo
Esto ya es más que indignante. El jefe de la policía de Valencia pretendiendo justificar lo injustificable. Y un policía diciendo a los estudiantes que lo que ha sido un juego hasta ese momento se va a convertir en algo más serio. Yo, que ya tengo mis años, me acuerdo de las cargas policiales durante el franquismo y me echo a temblar, porque lo que veo ahora es un calco perfecto. El que protesta contra lo establecido es un enemigo y hay que tratarlo a palos. Y lo peor de todo es que, en el caso de que se pueda demostrar quién ha actuado de manera desmedida, el castigo nunca será la inhabilitación por 11 años. Basta recordar las sentencias a los policías que golpearon injustamente a varios jóvenes durante las manifestaciones laicas del verano pasado. Fueron unos castigos de juguete. Es todo una vergüenza.— Javier Rodríguez Almingol.
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