Reivindico
Hay que saber valorar como merecen a Baltasar Garzón, al Tribunal Supremo, a la Transición y a la Ley de Memoria Histórica
Reivindico, como tantos otros, los formidables logros de Garzón. Su valiente lucha contra el GAL, los narcos, ETA; su genial persecución de Pinochet… Hemos contraído con este juez deudas impagables.
Reivindico la profesionalidad de los magistrados del Supremo. Me he leído la sentencia y he pedido ayuda a expertos para comprender el parloteo legal, y se diría que es un texto argumentado y serio. Tampoco me parece que favorezca a los inmensos —¿hay que decir presuntos?— chorizos de Gürtel, sino que pretende defender derechos esenciales. Otra cosa es que uno esté en desacuerdo con el veredicto (yo lo estoy: tal vez Garzón lo hiciera mal, pero, ¿prevaricar?); pero acusar de manipulación bananera a esos siete jueces, que además proceden de distintas ideologías, lo encuentro desestabilizador y excesivo.
Reivindico nuestra Transición. La viví y sé bien lo difícil que fue, lo tensa, lo peligrosa. Pienso que la Amnistía de 1977 no fue una vergüenza: era lo único que podíamos hacer, una herramienta esencial para cimentar la democracia en una España en la que, por ejemplo, ETA mataba cada año cerca de un centenar de militares, guardias civiles y policías. Teníamos todas las papeletas para ser como la ex Yugoslavia y abismarnos en un baño de sangre, pero conseguimos construirnos un futuro. Fue casi un milagro.
Reivindico hoy, desde ese futuro que supimos ganarnos, la derogación de la ley de Amnistía y la investigación de los crímenes del franquismo. Ahora no sólo podemos hacerlo, sino que lo necesitamos. Nos lo debemos. El último favor que nos hizo Garzón fue permitirnos escuchar la voz de las víctimas (una sentencia condenatoria en ese proceso sería un disparate). Si el PP fuera capaz de derogar la Ley, escribiría la Historia y reforzaría el Estado. Una pena que no lo haya hecho Zapatero.
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